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Abuso a menores: ¿Qué enfrentan los culpables?

La reciente ola de abusos a menores pone en el punto de mira a las leyes y sanciones actuales. ¿Son suficientes para disuadir a los abusadores?

Se estiman 10 casos de abusos en niños y niñas al día en Paraguay. Shutterstock

En Paraguay, el abuso de niños, niñas y adolescentes es una dura realidad que se ha vuelto cada vez más visible. Con cada nuevo caso, como el reciente donde una figura pública ha sido acusada de tal crimen, se elevan voces exigiendo un aumento en las penas. Sin embargo, a pesar de las modificaciones en la ley penal que establecen sanciones más severas, las cifras de denuncias siguen siendo alarmantes.

Según datos del Ministerio Público, solo en el último año las denuncias por abuso sexual han aumentado a un promedio de 10 a 13 víctimas por día. En 2022, la Fiscalía atendió a 3.804 víctimas de abuso sexual, 1.400 de maltrato y casi 900 casos de estupro. En los primeros tres meses de 2023, ya se habían registrado 762 víctimas de abuso sexual y 374 casos de maltrato.

La ley 6002/17 introdujo modificaciones al artículo 135 del Código Penal Paraguayo, aumentando significativamente las penas para los abusadores sexuales de menores. La pena puede variar de cuatro a veinte años de prisión dependiendo de la gravedad del delito y las circunstancias, incluyendo si el abusador es un familiar o tutor del menor.

Según Diana Vargas, abogada penalista y especialista en Derechos Humanos, el problema va más allá de las sanciones legales.

Vargas argumenta que la expectativa de pena no es un factor decisivo a la hora de cometer un delito. “¿Qué es lo que muestra la evidencia? Que en realidad la expectativa de pena, es decir, cuántos años vos te podes ir preso por un delito, no es lo que la persona que va a cometer el hecho piensa al momento de cometerlo, y eso se aplica a cualquier delito”, señala.

Lo que realmente importa, según la abogada, es la certeza de que efectivamente se aplicará una pena, es decir, la credibilidad del sistema de Justicia. El abuso sexual está vinculado a la violencia de género, ya que las víctimas son mayormente niñas y mujeres. Aquí es donde entran en juego otros componentes, como la cuestión cultural.

“Tenemos una cultura en la cual las personas que son aquellas que tienen que brindar la mayor protección, porque son del entorno afectivo, papás, tíos abuelos, son los que abusan en la propia casa”, señala Vargas.

La abogada llama la atención sobre el hecho de que se naturaliza esta violencia sexual contra los menores en la casa, y que solo cuando lo hace un extraño, la sociedad se estremece.

Vargas critica la cultura paraguaya por normalizar y perpetuar relaciones violentas y de posesión, especialmente hacia las niñas y mujeres.

“¿Por qué un hombre adulto considera que se puede apropiar del cuerpo de dos niñas? La evidencia muestra que no tiene que ver con deseos sexuales que no pueden ser reprimidos, por eso que la castración no es la forma. Tiene que ver con una cuestión de poder, ‘yo puedo porque es una sociedad que me permite’”, explicó.

Estos abusos están profundamente arraigados en una sociedad que tolera y hasta se ríe de la violencia de género, enfatiza Vargas. La abogada critica al Ministerio de Educación por reforzar estos estereotipos con materiales educativos como “12 ciencias”, que asegura, representa lo contrario a la ciencia.

Sin embargo, a pesar de las severas sanciones legales, la pregunta sigue siendo: ¿están teniendo un efecto disuasorio real? ¿Está el aumento de las penas logrando frenar estos abusos o es la impunidad la que sigue alimentando estas conductas?

Fuente: ABC Color