Algunos por el trabajo, la prosperidad, otros por la familia, la salud y los estudios. Cada uno con una historia de vida diferente pero a la vez se convierten en un testimonio de fe y por sobre todo de amor y devoción a la Madre María.
Lo llamativo de estas historias fue la forma en que llegaron junto a la Virgen de Caacupé, por un lado están dos jóvenes que sin mucho pensar decidieron ir a la Basílica con dos enormes zancos y vestidos de payasos desde la ciudad de Itauguá, casi 30 km de caminata.
Por otra parte, un grupo de amigos amantes del ciclismo emprendieron su primer viaje a Foz de Yguazú, no sin antes pasar por la Basílica a encomendar su viaje a la Virgen María.
Luego está Valentino, un pequeño valiente como su nombre lo dice que nació con un trastorno del pericardio y que vestido con el manto azul de la Virgen fue a encomendarse a ella para que la cirugía de corazón que va a tener le salga todo bien.
Así, un sinfín de personas con historias de vida que son movidas por la fe cristiana hoy acude a la Virgen para renovar su promesa de ser fieles servidores de Dios. Todo un pueblo se mueve para cumplir un año más con una tradición sin precedentes.
Esta web usa cookies.