El tema del día fue: “Que los jóvenes aprendan que toda vida es para dar frutos”.
El prelado dijo además que los nuevos signos de esperanza, refiriéndose a los cambios que se dan en algunas partes del país, donde algunos ciudadanos pelean contra la corrupción, deben de llegar a todos los niveles y poderes del Estado.
En un momento de la homilía citó el versículo de Isaías 35 que dice: «Díganles a los que están asustados, calma, no tengan miedo, porque ya viene su Dios a vengarse, a darles a ellos su merecido; él mismo viene a salvarlos a ustedes”, relacionando esto a los hechos recientes en el ámbito político.
Manifestó además que la mayoría de las personas no se apasionan por llenar sus almas, sino por ocupar un puesto de importancia.
Sentenció diciendo: “De los esforzados es el reino de los cielos, no de los avivados, no de los pokarẽ, ni de los maguruyúses que se aprovechan de los pobres, no de los prepotentes o aquellos que solo quieren figurar”.
“Nos alegramos cuando en nuestros pueblos y ciudades soplan nuevos vientos de cambio para vencer la injusticia, la corrupción en todos los niveles y la deforestación o contaminación de nuestros ríos que atenta contra nuestra casa común de todos los paraguayos”, resaltó.
Sobre el punto, expresó su deseo de que estos nuevos signos de aire y esperanza lleguen a todos los niveles y poderes del Estado para que verdaderamente beneficie a la sociedad.
En otra parte de su homilía, el obispo también llamó a las autoridades a preguntarse qué es lo que lo conlleva estar al frente del país, el “deseo del servicio o de servirme de ellos”, puntualizó de acuerdo a lo informado por la agencia IP.
Lamentó que la mayoría de las personas no luchen por ser alguien en la vida y que no se apasionen por lo hacen, sino que más bien tienen como principal fin ocupar puestos de importancia, es decir “el querer aparentar, no el ser”, resaltó.
“Cuántos hermanos nuestros están haciendo patria en lugares inhóspitos del país, están haciendo bien su trabajo, pero donde muchas veces no son valorados, y mucho menos escuchados en sus clamores”, expresó y recordó a las comunidades indígenas ya los sin tierra.
De esta manera se dio inició a la novena de la Virgen de Caacupé.
