La pasión por el tenis y los años de entrega a esa disciplina, hicieron de Víctor Pecci uno de los deportistas más importantes de la historia de Paraguay.
Con tan solo 24 años participó en la final del Roland Garros contra el sueco Bjorn Borg, convirtiéndose así en el primer y único paraguayo en llegar a esa instancia de la importante competencia internacional.
El Roland Garros es uno de los dos torneos más tradicionales del tenis en el mundo, junto con Wimbledon. El histórico duelo del compatriota cumplió 40 años el pasado lunes.
Era el 11 de junio de 1979, cuando el paraguayo Víctor Pecci enfrentaba al sueco Bjorn Borg en la final del torneo de tenis de Roland Garros, convirtiéndose así en el el primer tenista paraguayo en llegar a esa instancia de la importante competencia internacional.
“Para un tenista, jugar una final de Roland Garros o Wimbledon es algo especialísimo, me acuerdo de los momentos previos, algunos puntos durante el partido, cómo terminó el partido, en fin, todos los pequeños detalles”, dijo el exjugador a la 1080 AM.
“El campeonísimo”, como lo llamaban los periodistas de la época, tuvo que enfrentar en la gran final a un duro rival: el sueco Bjorn Borg.
“Borg para la época tenía un físico excepcional, regularidad… y te hacía jugar a que te apures, a que hagas muchos errores no forzados, aparte mi juego era de ataque, me gustaba hacer saques y subir a la red y una de los cosas que mejor tenía él era el passing shot”, recordó Pecci.
Aunque el paraguayo perdió la final en cuatro sets (6-3, 6-1, 6-7 y 6-4), logró nada más y nada menos que el título de vicecampeón; su excelente desempeño en aquel torneo y los demás logros en su carrera profesional, le valieron un gran reconocimiento a nivel mundial.
Participar en torneos tan importantes como Roland Garros o la Copa Davis, sin dudas fueron experiencias que marcaron desde muy joven la carrera de Víctor Pecci, quien hoy recuerda aquellos memorables viajes con sus colegas.
“Al principio, como viajábamos solos, los sudamericanos íbamos juntos en aviones, trenes o autos y compartíamos las habitaciones de hoteles, ya que así compartíamos los gastos. Entonces, el circuito era mucho más agradable de que lo que es ahora que está súper profesionalizado”, comentó el exjugador al diario UH.
Agregó que, en la actualidad, ya no existe camadería entre los deportistas, quienes casi no mantienen contacto entre sí. “Se perdió esa amistad que había entre los jugadores; los sudamericanos eramos muy unidos; los estadounidenses por su lado; los europeos por su lado. Pero ya no es así”, lamentó.
Pese a su juventud, en el año 1979 Víctor Pecci llevó una gran responsabilidad sobre sus hombros: representar a Paraguay por primera vez en una final del Roland Garros.
“Cuando uno es joven, no se da cuenta de muchas cosas. Me gustaba jugar y no era consciente, pero empecé a darme cuenta cuando era el único representante que tenía Paraguay en el tenis”, comentó el deportista.
“En la Copa Davis ya no figuraba Víctor Pecci en el cuadro, sino que decía Paraguay. Jugar la Copa Davis era más responsabilidad y uno se ponía más nervioso que en los otros torneos”, rememoró.
Sin embargo, mucho antes de los grandes torneos y los reconocimientos internacionales, Víctor Pecci vio nacer su amor por tenis gracias a la motivación de su familia.
“Me gustaban todos los deportes: natación, fútbol, tenis. Después me decidí por el tenis porque tenía facilidades y ganaba, influenciado por mi padre que me motivaba: ‘Si ganás esto te compro esto’, pero era mentira porque después no me compraba nada. Pero era un motivador, eso sí”, relató.
Pese a los grandes éxitos, Víctor Pecci lamenta algunos “tropiezos” que tuvo que enfrentar en los comienzos de su carrera. “Tenía muchos defectos técnicos, que compensaba con que sabía competir y me concentraba bien (…) no tuve un entrenador cuando era chico, sino que viajé solo hasta los 22 años”, recordó.
“Estaba solo y las derrotas te frustran un poco. Perdí mucho tiempo en el camino que con un entrenador desde niño me podía haber acortado el camino y perfeccionarme mucho más”, expresó Pecci.
El tenista paraguayo aún hoy recuerda con emoción varios torneos que marcaron su paso por el mundo del tenis. “Lo más fuerte es Roland Garros 79 y 81. Y como equipo, ganamos en la Copa Davis a países que eran potencia en ese momento: EE UU y República Checa, Francia”, dijo con orgullo.
Gracias a su basta experiencia en el mundo de los deportes, Víctor Pecci llegó a ser ministro de Deportes y recuerda cómo fue aquella faceta dentro de la función pública.
“El ministerio fue un trabajo, pero fue un trabajo divertido porque estuve haciendo lo que siempre quise: administrar el deporte, ayudar a los deportistas y aportar en infraestructura. Para mí no fue: ‘Uy, estoy mirando el reloj para irme a casa’. Cuando fui tenista sabía que tenía fecha de vencimiento. La administración del Deporte también tuvo una fecha de vencimiento, como todo”, afirmó.
El exjugador reconoció que en Paraguay aún falta mucho camino por recorrer en el mundo del tenis, ya que es un deporte que exige no solo tiempo y esfuerzo, sino también un apoyo constante de las autoridades para preparar a los jugadores en los altos niveles de competencia.
“El tenis es cada vez más competitivo, más profesionalizado y las federaciones tienen fortunas (…) para un paraguayo es difícil, ya que el tenis tiene que ir quemando muchas etapas”, dijo el profesional.
“La competencia es más fuerte y cada vez se va diferenciando más porque un jugador de tenis en Francia desde chico ya tiene profesores, ya le pagan sus viajes, sus estudios, le programan todo y le van llevando. Acá un tenista prácticamente viaja solo; está en desventaja”, lamentó.
“No es como el fútbol que se juega en todo Paraguay y ya hay sub 12 de Olimpia, Cerro, entonces te van llevando y los buenos a los 17 o 18 años ya se venden al exterior. Es más fácil en fútbol, por eso tenemos futbolistas por todo el mundo”, señaló Pecci.
A sus 63 años, Víctor Pecci ya cumplió grandes metas en su vida, tanto profesional como personal. Es por eso que, en la actualidad, como deportista retirado se dedica más que nada a disfrutar de la compañía de su familia.
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