El hombre condenado.
El caso es histórico en Paraguay, ya que es la primera condena que se da por un “crimen de odio”: el asesino había confesado que “no le gustaba” la víctima y la mató solo por su condición de transexual.
Era el domingo 1 de octubre del 2017 en horas de la tarde, cuando Romina Vargas, una mujer trans, de 28 años, fue asesinada a sangre fría por Blas Enrique Amarilla Bobadilla, de 21 años, en la ciudad de San Lorenzo.
La víctima caminaba junto a una amiga hacia una despensa en busca del almuerzo, cuando el agresor apareció y sin mediar palabras le propinó varias heridas de arma blanca.
Según informó el Ministerio Público, agentes policiales que se encontraban en la zona divisaron a la víctima que estaba totalmente ensangrentada, pero cuando la asistieron ya no presentaba signos de vida.
Días después del crimen, la médica forense del Ministerio Público, Dra. Araceli Ojeda, confirmó que Romina Vargas murió a causa de un “shock hipovolémico”, debido a las heridas con arma blanca que recibió a la altura del esternón, entre ambas costillas. También recibió una puñalada a nivel de la la axila que llegó hasta la cavidad torácica.
Con la ayuda de un testigo, los policías comenzaron la búsqueda del asesino, quien minutos después fue localizado y arrestado en la calle San Lorenzo, entre Coronel Bogado y España.
Blas Enrique Amarilla Bobadilla, de 21 años, era conocido como “el cuchillero de travestis” y vivía en barrio 3 de Mayo de la ciudad de Ypacaraí.
Al momento de su detención, tenía guardado entre sus partes íntimas un cuchillo de unos 15 centímetros con el cual perpetró el ataque mortal a la víctima.
Una vez que Blas Amarilla fue detenido, la agente fiscal de San Lorenzo, Ana Girala, lo imputó por la supuesta comisión del hecho punible de homicidio doloso y solicitó que el Juzgado Pena de Garantía ordene la prisión preventiva del agresor, teniendo en cuenta todos los indicios en su contra.
“El cuchillero de travestis” decía sentir un profundo desprecio hacia este tipo de personas por su condición sexual.
Según testigos, el agresor había atacado en varias ocasiones a personas trans que trabajaban en la zona con cuchillos y machetes, intentando apuñalar y provocándole heridas a varias de ellas.
Una vez detenido, Blas Amarilla habló para la prensa y confesó sin remordimientos el asesinato de Romina Vargas.
“Una noche cuando estaba lloviendo y no había nada que hacer y le clavé no más ya. A mí no me gusta luego que las personas se hagan así, ser homosexual y eso”, expresó.
“Ni a mí ni a vos te va a gustar que tu hijo sea así o salga así. No tiene que haber más esa clase de gente en el mundo, les estoy tratando de matar a todos si es posible”, finalizó entre risas.
La causa finalmente fue llevada a un juicio oral que debía realizarse el pasado 9 de agosto, pero fue suspendido ya que la defensa de Blas Amarilla no se presentó “por problemas de salud”.
Desde el comienzo del proceso judicial, varias organizaciones de derechos humanos acompañaron el caso, principalmente organizaciones de personas trans como Panambí, quienes reclamaban justicia por la muerte de su compañera asesinada en un “crimen de odio”.
El pasado martes 1 de octubre, exactamente a dos años de la muerte de Romina, el Ministerio Público dio a conocer el fallo por el cual se condenaba a Blas Amarilla a 25 años de cárcel por Homicidio Doloso.
“La agente fiscal Ana Girala, de la Unidad Fiscal Nº 1, representó al Ministerio Público y sostuvo una acusación con suficientes elementos probatorios, durante un Juicio Oral llevado a cabo en la ciudad de Luque, en el que un Tribunal dictaminó la culpabilidad de Blas Enrique Amarilla Bobadilla, y lo condenó a 25 años de pena privativa de libertad por la perpetración de Homicidio Doloso. La víctima fatal fue José Lorenzo Vargas Florentín; transexual a quien llamaban Romina”, dice una parte del comunicado.
Pese a que el crimen no está caratulado como “feminicidio”, el fallo es histórico ya que es el primer caso de un crimen hacia una persona trans que se investiga y llega a Juicio Oral en Paraguay.
Según expresa el comunicado del Ministerio Público, la fiscal Ana Girala ratificó que “La víctima fue ultimada por el hecho de ser transexual y sin mediar palabras”, además de que el autor del homicidio “manifestó al psicólogo y psiquiatra que ‘no le gusta esa clase de gente’; tampoco su presencia en la calle”.
Desde que comenzó la era democrática en 1989, 61 personas trans fueron asesinadas en Paraguay, sin que ninguno de estos casos haya sido resuelto por las autoridades.
Según datos de organismos de derechos humanos, las víctimas eran en su mayoría trabajadoras sexuales provenientes del interior del país, que fueron ultimadas en la vía pública y sin mediar palabras.
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