Varias casas, ubicadas cerca de arroyos en ciudades del departamento de Cordillera, fueron afectadas por el desborde de los cauces hídricos, donde varios muebles y otros objetos de valor fueron destruidos por las aguas.
Unas 200 familias tuvieron que abandonar sus viviendas para ser trasladadas a albergues, instalados en la escuela Defensores del Chaco de Caacupé y en la sede de la Fundación Dequení.
En dichos puntos llegaron las colaboraciones de la ciudadanía que no se hizo esperar y fueron llevados por los bomberos voluntarios y agentes de la Cruz Roja, quienes se encargaron de toda la logística.
Los damnificados apelaron a la solidaridad de la ciudadanía solicitando colchones, ropas, agua y alimentos no perecederos.
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