Las dos caras de la moneda, el festejo del gol de Otamendi y el sufrimiento de Iván Ramírez. Foto: Luciano González
Los fanáticos de la Albirroja se quedaron con un sabor amargo anoche cuando la selección paraguaya cayó frente a la Albiceleste en Buenos Aires.
El marcador final de 1-0 no refleja la verdadera historia del partido, que vio a un equipo paraguayo luchando por mantenerse a flote frente a un rival superior.
Los campeones del mundo argentinos llevaron el ritmo del partido, jugando a su propio ritmo y dejando a la Albirroja atrás. A pesar de la táctica defensiva de Paraguay, con cinco defensores y cuatro mediocampistas, la ofensiva argentina fue demasiado para contener. Un gol temprano de Otamendi, con un ligero desvío en Sánchez, marcó el tono del partido y dejó a la Albirroja luchando por recuperarse.
La inclusión de Robert Rojas, Brian Ojeda, Antonio Sanabria y Gabriel Ávalos en el segundo tiempo no fue suficiente para cambiar el curso del partido, y la entrada de Messi por Argentina sólo sirvió para aumentar la presión sobre Paraguay. La Albirroja luchó por crear oportunidades de gol, con su única ocasión viniendo de una asistencia de Almirón para Amiguito Sosa, que fue desviada al córner.
Es evidente que el equipo paraguayo necesita mejorar su juego si quiere competir en las Eliminatorias para el Mundial del 2026. A pesar de la ampliación de los cupos mundialistas, las posibilidades de que nuestra selección vuelva a ser una de las más competitivas de la región parecen reducirse. El fútbol paraguayo necesita una revolución, y pronto, si quiere mantener viva la esperanza de clasificar al máximo evento de la FIFA.
Con el próximo partido contra Bolivia a la vista, la Albirroja tiene la oportunidad de redimirse y demostrar que puede competir al más alto nivel. Sin embargo, será necesario un cambio significativo en la táctica y la mentalidad del equipo para lograrlo.
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