Política

Hace 35 años se hundía la dictadura: hoy nos queda asear y fortalecer la democracia

Mucha astucia y ningún escrúpulo fueron la fórmula para que el general Alfredo Stroessner llegara a mantenerse en el poder por casi 35 años. También 35 son los años de la democracia que arrastra algunos flecos del pasado. Mucho se ha padecido para que el país se quitara de encima un régimen oprobioso y se instalara un nuevo tiempo de paz, justicia, honestidad. Se llegó a ese nuevo tiempo y lo estamos ensuciando. Es una traición a quienes dieron su cuerpo y su alma por la democracia.

Hoy hace 35 años se gestaba el golpe que derrocó al dictador Alfredo Stroessner, quien falleció en 2006 en Brasil. (foto de archivo).

El 3 de febrero de 1989 el Paraguay amaneció libre de una larga dictadura, iniciada el 4 de mayo de 1954 con el golpe militar, encabezado por Alfredo Stroessner, que derribó a su correligionario Federico Chaves. Eran los tiempos en que los presidentes no alcanzaban, en promedio, dos años en el poder. La anarquía política se encargaba de tumbarlos. Si era pernicioso que un gobierno durase tan poco tiempo, lo era mucho más que se eternizase.

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Ante la anarquía política iniciada al término de la revolución de 1947 –de triste memoria– la aparición de Stroessner en el Palacio de Gobierno dio esperanzas de que el país se normalizara y emprendiese su postergado desarrollo económico y social. Stroessner se instaló en el poder precedido de la fama de austero y justo.

Todavía no se apagaron los aplausos de bienvenida cuando el nuevo Presidente sorprendió con unas medidas que fueron la base del culto a su persona. Esta práctica habría de durar y robustecerse día a día hasta el final de su dictadura.

La Antelco –antecesora de Copaco– fue la madre fundacional del culto al dictador. El 20 de diciembre de 1954, mediante la circular número 20, impuso a las radioemisoras del país las músicas y las palabras con las que debían iniciar la transmisión diaria. Fue una confiscación de los espacios radiales y una señal de los métodos del Gobierno para consolidar su naciente poder. He aquí las órdenes que recibían las radioemisoras:

1) Ejecución de la polca “General Stroessner”, de Samuel Aguayo. 2) Ejecución de una música patriótica, “1º de Marzo”, “Colorado”, “26 de Febrero”, alternando diariamente una de ellas.

3) Seguidamente se difundirá el siguiente saludo: “El Presidente constitucional de la República, general de División Alfredo Stroessner, saluda al pueblo paraguayo y le desea un día próspero, de felicidad y trabajo. Con Stroessner, Dios, Patria, Trabajo y Bienestar”.


La Antelco advierte que controlará “el estricto cumplimiento de esta disposición”.

Tres meses después, con otra circular, la Antelco obliga a las radioemisoras del país a difundir nuevas frases, en sustitución de las anteriores. Son estas: 1) “Pueblo y Ejército con el general Stroessner, en la simpatía y en el afecto para la reconstrucción nacional”. 2) “Probidad, justicia, realización con Stroessner”. 3) “De López a Caballero, y ahora Stroessner, para felicidad de la nación paraguaya, por obra del coloradismo”.

Esta resolución de la Antelco tuvo una extensa reglamentación. He aquí una muestra: 1) “Al terminar la irradiación de una pieza musical se entrará con una cortina musical (explícitamente la polca ‘3 de Mayo’) se leerá el trazo correspondiente, luego de otra breve cortina musical para el estribillo de ‘Con Stroessner, paz, justicia, trabajo y bienestar’. Otra breve cortina musical e inmediatamente se irradiará una pieza musical completa”.

Esta formidable campaña de culto a la persona tuvo un explosivo efecto que se extendió hasta el final de su mandato. Su cumpleaños, el 3 de noviembre, era uno de los momentos esperados por una parte de la ciudadanía para expresarle su “lealtad hasta las últimas consecuencias”.

“Con Stroessner, paz, progreso y bienestar” es una expresión que pronto quedó deslucida. Arremetieron las nuevas, en un frenesí de creación sin inhibiciones. Algunas de esas frases se hacen populares, no por su originalidad o inspiración, sino por su reiteración en la prensa y en actos públicos.

Cualquiera que quisiese estar al día con el stronismo, tenía a su disposición un rosario de expresiones para decir un discurso, escribir en la prensa, enviar telegramas, etc.

Basta con hacerse con algunas de estas frases: Stroessner “reató el hilo de la historia”, es “el primer trabajador del país”, “líder de la paz”, “el único líder”, “el estadista de América”, “el primer deportista”, “el segundo reconstructor”, etc.

Cuando el 2 febrero de 1989 Stroessner necesitaba de esa lealtad, nadie apareció. Sus “leales” corrieron de un lado a otro en la búsqueda desesperada de escondites. Suele ser el final de quienes compran adhesiones a su persona.

Una solidez engañosa

Pasaron 35 años de la caída de la dictadura. Daba la impresión de que era sólida como una montaña y no cabía esperar sino que Stroessner muriese de viejo, en la cama presidencial, el día y la hora que eligiese. Tal era el poder que proyectaba desde hacía casi 35 años.

Pero bastaron unas horas para que se derrumbara lo que parecía tener la solidez de la muralla china. Se entiende. Quienes juraron seguirle “hasta las últimas consecuencias” se borraron totalmente apenas iniciados los tiroteos. Nadie se acordó que le habían ofrecido la vida “si necesario fuere”. El único momento que fue necesario hacerlo nadie apareció. Por suerte.

El 5 de febrero, en horas de la tarde, en el aeropuerto internacional, una multitud se fue a despedirle y a expresarle su repudio. Se iba al exilio de donde nunca más volvió como tantos dignos compatriotas a quienes castigó con el exilio perpetuo. El mal sueño se acabó, pero antes había quedado un país devastado por el odio, dividido por la dictadura entre “buenos” y “malos” paraguayos.

Con todos los beneficios que da la libertad a cada ciudadano, llama la atención que todavía se escuchen voces –cada vez menos– en favor de la dictadura, que nunca se apiadó de sus críticos. Se citan a favor de Stroessner las obras materiales –que fueron muchas– de su dilatado gobierno.

Sobresalen las rutas, pavimentadas o no, que unen la capital con gran parte del país. Pero estas realizaciones tuvieron su contrapartida en lo social, político y cultural. Paradógicamente, las rutas abiertas hacia el Brasil y la Argentina sirvieron también para que miles de compatriotas las transitaran camino al exilio. A cambio, vinieron también por esas vías extranjeros que cantaban loas al dictador con el solo afán de delinquir después.

Stroessner se apoyó en tres instrumentos “legales” para reprimir a sus críticos: el art. 79 de la Constitución, que establecía el estado de sitio, y las leyes 209 y 294. También en la famosa “unidad granítica”: Fuerzas Armadas, Gobierno y Partido Colorado.

El coloradismo dividido en dos: oficialistas y opositores; los privilegiados y los malditos; los que acaparaban la función pública y los que nunca podían acceder a ella, o mantenerse en ella si no se declarasen enteramente stronistas. Esta persecución nunca ha podido resolverse en el partido.

En 35 años de democracia muchos problemas ya deberían de estar resueltos para siempre. Salvo las libertades públicas, nuestro país sigue en la desgracia de tener un Poder Judicial de donde fluyen todas las otras desgracias.

No podemos afirmar que vivimos en democracia con una dictadura judicial corrupta, un Poder Legislativo más corrupto aún, y un Poder Ejecutivo que recibe órdenes para ejercer sus funciones. No es suficiente que tengamos la libertad de denunciar la delincuencia generalizada. Necesitamos tener la capacidad y la fuerza para derribarla con los instrumentos que la misma democracia nos permite usarlos.

El culto a la persona

El culto a la persona es un hecho de degradación moral grave. Aturde el entendimiento, anula la capacidad crítica, hace vivir de rodillas a la gente. Al mismo tiempo, fortalece el poder de quien se hace objeto de ese culto.

Stroessner llevó a límites increíbles esta modalidad perversa de gobernar. Era una dictadura que se justificaba desde el modelo político autoritario. Maniobraba para ganar la reelección para después decir, con todo cinismo, “no puedo negarme cuando el pedido viene del pueblo”.

Este culto a la persona siguió después, en democracia, con Horacio Cartes. Impuso a su movimiento partidario el nombre de “Honor Colorado” de forma que al pronunciarlo se piense en la persona de Horacio Cartes. Y así, movimiento y persona se confunden en un solo objetivo. Pero “Honor Colorado” se fue mucho más. No es un movimiento, es el partido mismo.

Bajo esta sombra crecen las malas hierbas y asistimos a diario al asalto del dinero público. ¿En qué se ha convertido el Congreso, la institución más venerable en una democracia, donde los representantes del pueblo debaten leyes que beneficien al país?

¿Qué se discute hoy? Un tema reiterado: Cuánto va a ganar mi hijo, esposa, cuñado, etc. como “asesor”. Esta es la única preocupación de la mayoría de los parlamentarios. Y si por ahí tienen tiempo para sancionar alguna ley, es la que les permita cometer toda suerte de delitos sin que se pudiese accionar contra ellos.

Ahí tenemos la ley que, contra el mandato constitucional, eleva de mayoría simple a mayoría absoluta de dos tercios para castigar a un parlamentario. ¿Y la ley, con media sanción de Diputados, que premia al que roba al Estado? Y muchas otras cuestiones que a veces nos hacen olvidar de la corrupción stronista.

En este juego que marea, tenemos al mismo presidente Santiago Peña con su idea de “hambre cero” en las escuelas. El hambre cero es hambre cero a la izquierda. No sirve. Porque algunos gobernadores e intendentes se comieron el dinero del almuerzo escolar, se pretende ahora castigar a quienes cumplieron con su obligación. ¿Por qué no están en la cárcel los delincuentes?

El plan del Presidente es impedir que los pillos se hagan del presupuesto alimenticio. El camino elegido no es el mejor: el dinero se entregará a una “comisión” para que lo administre. La Opaci fue elegida –entre otras entidades y personas– para administrar el dinero yejecutar el “hambre cero”. La Opaci es una de las entidades más cuestionadas por el manejo turbio del dinero público.

Son muchas y graves las cuestiones a considerar cuando cabe narrar dos coincidencias, como ahora: 35 años de dictadura y 35 años de democracia. La dictadura ya pasó y nos queda la obligación de trabajar cada día por asear la democracia, hacerla más limpia y respirable.

Texto: Alcibiades González Delvalle/ABC Color