Ajuste drástico en Argentina: dos caras de una misma moneda

El gobierno de Javier Milei en Argentina está logrando un viejo anhelo que parecía imposible en el turbulento panorama económico del país: eliminar el déficit fiscal y comenzar a revertir años de crisis monetaria. Sin embargo, el remedio está resultando tan o más amargo que la enfermedad, con un impacto social de proporciones dramáticas.

Tras dos meses de gestión, las cifras oficiales muestran resultados mixtos: por primera vez en más de diez años se registró superávit fiscal en enero tras un recorte brutal del gasto público. Pero en paralelo el índice de pobreza se disparó al 57%, el peor registro desde el colapso de 2001.

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El libertarianismo de manual aplicado por Milei, un economista outsider que irrumpió en política hace menos de tres años, está teniendo éxito en saneamiento de cuentas pero un enorme costo social.

Con medidas extremas nunca vistas, en tiempo récord eliminó el déficit fiscal, su gran promesa de campaña. Sin embargo, congeló salarios, recortó subsidios y gastos, y devaluó fuertemente el peso, lo que deterioró como nunca el poder adquisitivo de los sectores más vulnerables.

Entre diciembre y enero, según la Universidad Católica Argentina (UCA), la pobreza se disparó del 49,5% al 57,4% de la población, cifras cercanas a la crisis del 2001. La caída del consumo fue tal (-26,8% en enero) que la inflación comenzó a desacelerarse. Pero no por más crecimiento sino por la recesión que se profundizó: las perspectivas de un 2023 en rojo son cada vez más concretas.

Motosierra y licuadora

Milei llegó al gobierno blandiendo una motosierra, prometiendo un ajuste feroz y sin precedentes para reducir el gasto público, que históricamente tuvo al país con déficits crónicos. El recorte del 5% del PBI, que se propuso el día de la asunción presidencial, fue aplicado a rajatabla en cuestión de semanas, incluso por encima de ese porcentaje.

Su fórmula: motosierra para recortar ministerios, subsidios y gastos; pero sobre todo la licuadora monetaria mediante una maxi devaluación del 50%.

El resultado fue un tijeretazo del 38% a jubilaciones, 27% a salarios públicos, 64% a subsidios y 86% a obra pública, prácticamente de un día para otro. Sumado a la aceleración de la inflación, que duplicándose de noviembre a diciembre del 2023, llegando al 25%.

La merma del poder adquisitivo fue tal que las ventas minoristas cayeron casi 27% en enero, deteriorando severamente la actividad económica. Quienes más sufren son justamente los sectores medios, que no califican para recibir asistencia estatal.

Caída libre

Si bien la inflación comenzó a desacelerarse (los pronósticos la ubican en torno al 15% para febrero), no se debe a una mejora real de la economía sino a la recesión. La contracción estimada por el FMI pasó del 2,8% positivo esperado en octubre a un dramático -2,8% negativo para 2024 tras las medidas de Milei. Es la peor crisis desde el default de 2001/2.

Milei sostiene que tras tocar fondo se producirá un rebote en forma de V. Pero expertos advierten que la situación social es crítica.

Con aumentos de más del 100% en servicios básicos como la electricidad o las prepagas médicas, se teme un éxodo masivo del sistema privado de salud y educación, ya al borde del colapso.

Mientras el gobierno enfoca ayudas en los más vulnerables, la clase media quedó desprotegida y es la gran damnificada junto a los jubilados.

Para Milei, lo peor está por pasar en marzo y abril. Pero sigue siendo una incógnita cuánto aguantará la gente meses de recesión e inflación descontrolada.

Fuente: RT

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