La estafadora de la AMIA: del engaño a la inspiración de Netflix

En el caótico escenario que se apoderó de Argentina tras el devastador atentado a la AMIA en 1994, una historia de engaño y oportunismo emergió de las cenizas. Castorina Amarilla Estigarribia, una mujer paraguaya, aprovechando la confusión y el dolor reinantes, urdió un plan para obtener un beneficio económico ilícito.

Unite a nuestro canal de WhatsApp

Afirmando falsamente que su esposo había perecido en la explosión, la mujer se presentó como víctima ante el Estado argentino y cobró la indemnización destinada a los familiares de los fallecidos. La estafa, cuidadosamente tejida, se mantuvo en pie durante años.

Castorina señaló que su esposo Patricio Irala fue contratado en la mutual judía como chofer y que fue uno de los fallecidos en la trágica mañana del 18 de julio de 1994, cuando un coche bomba explotó y arrasó con todo el edificio de la AMIA, dejando 85 muertos.

La paraguaya dijo que su esposo fue contratado por un argentino que también murió en el atentado, y consiguió dos testigos que confirmaron su versión. Tras recibir la indemnización, volvió a Paraguay y siguió con su vida.

Sin embargo, la verdad finalmente salió a la luz. En 1999, Aarón Edry, el jefe de seguridad de la AMIA, fue enfático al afirmar que la mutual judía no empleaba choferes y que nunca hubo alguien llamado Patricio Irala trabajando allí.

La declaración de Edry derivó en una investigación, y agentes antiterroristas descubrieron que el esposo de Castorina no murió en la AMIA, estaba vivo y residía tranquilamente en Paraguay.

En su defensa, Castorina aseguró haber tenido dos concubinos paraguayos con el mismo nombre, y que uno de ellos, a quien conoció en 1993 en Buenos Aires, fue quien murió el 18 de julio de 1994 al estallar el coche bomba en el edificio de la AMIA.

Publicación de ABC Color del 21 de abril de 2000 sobre la estafa de Castorina y sus supuestos dos maridos con el mismo nombre.

También dijo que su segundo esposo, el que murió en la AMIA, consiguió trabajo como albañil y fue contratado por un judío que tenía su oficina en el edificio siniestrado. Esta versión se contradijo con la primera en la que aseguró que su cónyuge era conductor.

Tras la denuncia de desaparición de su esposo, la mujer gestionó y cobró USD 35.000, indemnización del Estado argentino a los familiares de las víctimas.

La insólita historia de esta estafadora, que se infiltró en el dolor de una tragedia argentina para obtener un beneficio personal, inspiró el libro “Descansar en paz”. Este relato, a su vez, dio pie a la película homónima que se encuentra disponible en la plataforma Netflix.

Fuente: ABC Color

Esta web usa cookies.