Moderar el consumo de harina: Clave para la salud

Con el objetivo de adoptar hábitos alimenticios más saludables, se consideró reducir el consumo de harinas refinadas, un cambio que podría influir significativamente en la salud. Se plantea la pregunta de si es necesario eliminar completamente este grupo de alimentos de la dieta diaria.

Cuando se menciona la reducción de harinas, se hace referencia a la exclusión de alimentos elaborados con harinas refinadas como pan, pasta, pasteles y galletas. Según expertos en nutrición, el proceso de refinamiento de estas harinas elimina una parte considerable de sus nutrientes, y su componente principal, el gluten, puede provocar inflamación en el organismo.

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Aunque la intolerancia al gluten y la enfermedad celíaca son consideraciones importantes, el consumo excesivo de harinas refinadas puede acarrear riesgos para la salud. Entre los efectos negativos se incluyen un mayor riesgo de desarrollar diabetes, sobrepeso, trastornos digestivos y una mayor predisposición a intolerancias y enfermedades inflamatorias. Sin embargo, en cantidades moderadas, las harinas pueden formar parte de una dieta equilibrada sin efectos notables.

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Lo ideal es limitar o sustituir las harinas blancas refinadas por opciones integrales, que conservan la fibra, vitaminas y minerales. No se trata de eliminar por completo las harinas, sino de gestionar su consumo de manera consciente y moderada dentro de la dieta diaria.

Con la orientación de profesionales de la salud, es posible reemplazar las harinas blancas refinadas por alternativas integrales o incluso por harinas de legumbres o frutos secos, como las almendras. Aspectos como el contenido proteico de cada opción deben considerarse, y solo un nutricionista o médico puede ofrecer una guía adecuada basada en las necesidades individuales del paciente.

Fuente: La Nación.

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