La popularidad del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva ha caído a niveles históricos, alcanzando apenas un 24% de aprobación según la última encuesta de Datafolha, realizada el 10 y 11 de febrero. Este desplome de 11 puntos porcentuales desde diciembre marca el punto más bajo en sus tres mandatos presidenciales, mientras el rechazo a su gestión se dispara al 41%.
El mandatario de 79 años, quien prometió que 2025 sería el “año de la cosecha” de sus promesas electorales, enfrenta una creciente desilusión entre su base electoral. Sus argumentos sobre la necesidad de “arreglar” la “casa semidestruida” heredada de Jair Bolsonaro parecen perder efectividad ante una población cada vez más impaciente por resultados tangibles.
Para un líder que concluyó sus dos primeros mandatos (2003-2010) con niveles récord de aprobación, esta caída representa un golpe significativo a su capital político y plantea interrogantes sobre su futuro electoral en 2026.
Desafíos económicos y políticos
La inflación en Brasil, aunque mostró una ligera mejoría al bajar a 4,56% en enero en términos interanuales, mantiene presionada a la población especialmente en el rubro de alimentos, que registró un incremento del 7,25% en doce meses. Las declaraciones de Lula sugiriendo que la población no compre alimentos caros para presionar a la baja los precios solo intensificaron el descontento popular.
El Banco Central, en su lucha contra el alza de precios, mantiene una tasa de interés elevada del 13,25%, con perspectivas de nuevos incrementos. Esta política monetaria restrictiva podría afectar aún más la popularidad presidencial, a pesar de indicadores positivos como el desempleo en mínimos históricos.
El escenario político también presenta desafíos significativos. A diferencia de sus primeros mandatos, cuando Lula se benefició de una ola progresista en América Latina y un boom de materias primas, ahora enfrenta un fortalecimiento global de la derecha. El peso de los aliados de Bolsonaro en un Congreso mayoritariamente conservador complica su agenda legislativa.
Batalla digital y ausencia de innovación social
La administración de Lula muestra particular debilidad en el frente digital, donde la oposición mantiene una ventaja significativa. Un ejemplo reciente fue la controversia sobre el sistema Pix de pagos digitales, donde la desinformación obligó al gobierno a retroceder en una medida económica. Un video del diputado bolsonarista Nikolas Ferreira sobre el tema alcanzó más de 300 millones de reproducciones.
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Los analistas coinciden en que la falta de un “rostro social” distintivo perjudica al gobierno. El historiador Marco Antonio Villa señala la necesidad de un programa social innovador que vaya más allá del reinstaurado Bolsa Familia. La designación de Sidonio Palmeira como ministro de Comunicación en enero podría resultar insuficiente para revertir la tendencia negativa.
Las dudas sobre una potencial candidatura de Lula en 2026 se intensifican, alimentadas por su edad y recientes problemas de salud. Aunque el presidente no descarta buscar la reelección, ha manifestado que “no es mi prioridad ahora”, reconociendo los desafíos que implica gobernar a los 79 años.
Fuente: Clarín







