Desde la Casa Blanca se ejecuta una estrategia de presión constante contra el régimen venezolano liderado por Nicolás Maduro. El presidente Donald Trump, influido directamente por el secretario de Estado Marco Rubio, ha decidido cancelar la licencia de operación de la petrolera estadounidense Chevron en territorio venezolano.
Esta decisión refuerza una línea dura que busca restringir las fuentes de financiamiento del chavismo y al mismo tiempo respaldar a sectores disidentes. Entre las recientes acciones se incluye también el aval de Trump al rescate de opositores refugiados en la embajada argentina en Caracas.
La cancelación de la licencia fue objeto de un fuerte debate interno. Ric Grenell, enviado especial del expresidente, había sugerido extender el permiso a Chevron, argumentando que podría facilitar la liberación de presos políticos y contener la expansión de la influencia china en la industria petrolera venezolana. Sin embargo, su posición fue neutralizada por un bloque liderado por Susie Wiles, Scott Bessent, Chris Wright y el propio Rubio.
El contrapeso técnico a los argumentos de Grenell fue un documento que detallaba el estancamiento de la producción petrolera china en Venezuela, que en promedio no supera los 100.000 barriles diarios. Según el informe, la participación neta de China es de apenas 40.000 barriles, una cifra marginal frente al consumo interno de más de 14 millones diarios.
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Trump respaldó finalmente la postura del ala más dura de su equipo, demostrando un consenso creciente sobre el debilitamiento estructural del régimen de Maduro. En paralelo, Marco Rubio recibió en Washington a cinco destacados disidentes venezolanos, reafirmando el compromiso de intensificar la lucha diplomática contra la cúpula chavista.
La decisión exhibe fisuras en el aparato de seguridad de Venezuela y refuerza el discurso opositor que denuncia la fragilidad del gobierno de Maduro ante una presión internacional sostenida.
Fuente: Infobae
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