Durante la 17.ª Exposición de Ferrocarriles Modernos celebrada en Pekín este julio de 2025, China dio un paso firme hacia el futuro del transporte terrestre con la presentación oficial de su nuevo tren de levitación magnética (maglev), desarrollado por la empresa estatal CRRC. Con una velocidad máxima de 600 km/h, este modelo promete acortar drásticamente los tiempos de viaje en distancias largas y posicionarse como una alternativa real a los vuelos domésticos.
La clave de esta hazaña tecnológica está en la levitación magnética, un sistema que permite que el tren literalmente “flote” sobre las vías, reduciendo al mínimo la fricción. A velocidades bajas, el tren utiliza ruedas de goma, pero a partir de los 150 km/h activa el sistema maglev, lo que le permite alcanzar su velocidad punta de manera eficiente y silenciosa.
‼️ China just unveiled its 600km/h (370mph) train.
When implemented, this will do Beijing to Shanghai (equivalent to NYC-Chicago/Paris-Berlin) in 1.5 hours or Beijing to Guangzhou (NYC-Miami/Lisbon-London) in 3.5 hours.
It will be faster than airplane travel on the whole for… pic.twitter.com/5lX3srBpbW
— Dott. Orikron (@orikron) July 19, 2025
Con esta tecnología, el trayecto entre Pekín y Shanghái podría reducirse de 5,5 horas a solo 2,5, marcando un antes y un después para la conectividad dentro del país más poblado del mundo. En términos prácticos, sería como viajar de Bilbao a Málaga en poco más de una hora.
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Aunque Japón sigue ostentando el récord absoluto con su tren Serie L0, que alcanzó los 603 km/h en pruebas en 2015, China se posiciona ahora como un serio competidor en la carrera por dominar el transporte ultrarrápido terrestre. Pero este nuevo maglev no destaca solo por la velocidad: también es más eficiente energéticamente y menos contaminante que los trenes tradicionales o los aviones, un punto clave en tiempos de transición energética global.
Según medios estatales chinos, el tren fue desarrollado íntegramente en el país. Sin embargo, informes académicos sugieren que hubo colaboración técnica con ingenieros alemanes, lo que evidencia que la tecnología no es exclusiva, pero sí requiere de fuertes inversiones para concretarse, algo que en Europa aún parece lejano.
Fuente: El Economista







