Foto: Gentileza.
En pleno Barrio Obrero de Asunción, bajo el puente de 21 Proyectadas y Paraguarí, al menos cinco familias viven entre maderas, chapas y desagües. Lejos de la postal turística de la capital, su día a día está marcado por la precariedad, el abandono estatal y la desilusión.
Víctor Marcelo Ramos es uno de los habitantes del lugar. Denuncia que lleva 32 años sobreviviendo en estas condiciones, sin que ninguna promesa oficial se haya materializado. Ni viviendas sociales ni puestos laborales llegaron a concretarse, pese a los repetidos anuncios de autoridades locales y nacionales.
“Siempre nos mienten, cada vez que hay elecciones vienen a prometer, pero nunca cumplen. Seguimos viviendo igual, o peor”, expresó Ramos. Las casas improvisadas no resisten ni las lluvias ni el calor. “Cuando llueve, el raudal arrasa. Ponemos lo que sea para que no se lleve todo: estacas, chapas, hasta basura”.
Además del riesgo por las inundaciones, las familias deben convivir con un desagüe cloacal a pocos metros de sus viviendas. El hedor es permanente y las condiciones de higiene son mínimas. La situación agrava aún más la salud y seguridad de quienes allí viven, entre ellos niños y adultos mayores.
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Mientras tanto, las prioridades del Estado parecen estar en otra parte. El pedido de más presupuesto para la construcción de un nuevo obelisco ha generado críticas, especialmente entre los sectores más vulnerables. “Piden más plata para un adorno, pero para nosotros nunca hay”, lamentó Ramos.
Los precios de los alimentos y del alquiler continúan subiendo, haciendo cada vez más inalcanzable una vida digna para quienes están fuera del sistema laboral formal. Ramos sostiene que encontrar trabajo estable es casi imposible: “Lo que se consigue paga poco y no alcanza ni para comer”.
Fuente: ABC Color
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