Kikina Zarza, reconocida como una de las voces más representativas de la zarzuela paraguaya, falleció este jueves a los 88 años a raíz de complicaciones de salud. Su trayectoria artística la posicionó como una figura central en el desarrollo y difusión de este género en Paraguay.
Nacida como Perla Josefina Zarza Tuffari en Yuty, el 25 de febrero de 1937, inició su camino en la música a los siete años, participando en veladas escolares. Su formación académica en canto la realizó bajo la guía de Nadine de Tumanoff en la Academia de Arte Lírico de Asunción, perfeccionando su técnica y estilo interpretativo.
Su debut en el elenco de La tejedora de ñanduti marcó el inicio de una carrera destacada. Originalmente convocada como suplente, terminó asumiendo el papel principal entre 1956 y 1957, tras una circunstancia imprevista que la catapultó a la primera línea del escenario. La obra, creada por Juan Carlos Moreno González y Manuel Frutos Pane, es considerada un hito de la zarzuela nacional.
A finales de la década de 1950, fue nuevamente convocada para protagonizar María Pacurí, donde se mantuvo durante 1959 y 1960 sin descanso. En conjunto, estimó haber interpretado alrededor de 300 funciones entre ambas producciones, consolidando su reputación como soprano de referencia en el país.

Además de su trabajo en la zarzuela, Zarza fue cantante solista de la Orquesta de Cámara del Ateneo Paraguayo y de la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Asunción (OSCA) entre 1959 y 1961. Su versatilidad y capacidad interpretativa la llevaron a participar en conciertos y eventos culturales de gran relevancia.
En 1980 obtuvo el título de profesora de música y canto en la Escuela de Bellas Artes, aportando a la formación de nuevas generaciones de artistas. Su compromiso con la enseñanza y la preservación del canto lírico dejó huellas en la educación musical paraguaya.
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El legado de Kikina Zarza se extiende más allá de sus interpretaciones. Su participación en obras icónicas y su aporte a la formación artística han quedado grabados en la memoria cultural del país. Su voz y su dedicación fortalecieron el vínculo entre la tradición escénica y el público.
Con su partida, la música paraguaya despide a una de sus figuras más influyentes, cuyo talento y trayectoria seguirán inspirando a intérpretes y amantes del arte lírico. Su historia es parte del patrimonio intangible de Paraguay, y su nombre permanecerá asociado a las más brillantes páginas de la zarzuela nacional.
Fuente: ABC Color







