Hoy, once guerreros tienen la oportunidad de encender la esperanza mundialista de todo un país. Ese pueblo trabajador que nunca se rinde, que lleva en el ADN la valentía de no achicarse ante nadie.
Esta noche, el equipo del “cazador de utopías”, Gustavo Alfaro, saldrá al Defensores del Chaco con un solo objetivo: volver al Mundial después de 16 largos años de ausencia.
La Albirroja representa mucho más que fútbol. Para miles de paraguayos golpeados por las dificultades, el triunfo es la ilusión que borra angustias y enciende sonrisas. Por eso, llueva, truene o se caiga el mundo, el Defensores será una caldera, con un pueblo que no abandona y que alienta hasta el último minuto.
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Porque la camiseta de la Albirroja podrán arrugarla, mancharla, revolearla y transpirarla; pero jamás podrán achicarla. La Albirroja no tiene tallas: siempre será grande.
Desde temprano, la pasión ya se sentía en las calles: autos con banderitas, niños y adultos con la camiseta puesta rumbo a escuelas, trabajos y universidades. Hoy no hay diferencias ni divisiones: todos somos uno solo, todos somos Albirroja.
Por RDN
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