Día Mundial para la Prevención del Suicidio: romper el silencio, salvar vidas

El 10 de septiembre se conmemora el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, establecido desde 2003 con el objetivo de concienciar que el suicidio puede prevenirse. Esta fecha busca reducir el estigma asociado y promover acciones preventivas en comunidades globales. La conmemoración enfatiza la importancia de identificar señales de alerta y ofrecer apoyo oportuno.

Las estadísticas mundiales revelan que anualmente se suicidan casi un millón de personas, equivalente a una muerte cada 40 segundos. Por cada suicidio consumado se registran aproximadamente 20 intentos. El suicidio representa la segunda causa de muerte en el grupo etario de 15 a 29 años, afectando familias, comunidades y países de manera devastadora.

El Ministerio de Salud Pública desarrolló el Primer Taller de construcción del Plan Nacional de Prevención del Suicidio. La actividad fue liderada por la ministra María Teresa Barán, la representante de OPS/OMS Haydee Padilla y la directora de Salud Mental Mirtha Rodríguez. El encuentro convocó actores de la sociedad civil y organizaciones especializadas.

La ministra Barán destacó que detrás de cada persona con ideas suicidas existe un sufrimiento profundo. Subrayó la necesidad de que la comunidad posea herramientas para identificar señales de alerta y salvar vidas. El trabajo conjunto entre instituciones y sociedad civil resulta fundamental para abordar esta problemática de salud pública.

El Ministerio de Salud implementó la línea 155 con profesionales capacitados, psicólogos y médicos psiquiatras disponibles las 24 horas. Esta herramienta ofrece respuesta inmediata a miles de casos mediante atención especializada. La iniciativa requiere coordinación entre múltiples ministerios y toda la sociedad para generar impacto efectivo.

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La campaña trienal 2024-2026 adopta el lema Cambiar la narrativa para reemplazar perspectivas estigmatizantes sobre el suicidio. El estigma constituye uno de los mayores obstáculos para la prevención, impidiendo que personas con ideas suicidas busquen ayuda por vergüenza. La narrativa debe promover comprensión y apoyo en lugar de juicios negativos.

Los factores de riesgo varían según grupos etarios e incluyen elementos psicológicos, ambientales, sociales y biológicos. En niños y adolescentes influyen especialmente la historia psiquiátrica familiar, enfermedades mentales, pérdida de seres queridos, depresión, aislamiento social y acoso escolar. En adultos predominan problemas relacionales, violencia doméstica, estrés familiar y abuso de sustancias.

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Las señales de alerta incluyen expresiones sobre el suicidio, búsqueda de medios para consumarlo, retraimiento extremo, cambios de humor, preocupación por la muerte y conductas autodestructivas. La prevención requiere concienciación comunitaria, conocimiento de causas y señales, atención a personas en situaciones difíciles y cuestionamiento del estigma asociado a problemas de salud mental.

Reconocer señales de alerta como cambios de conducta, expresiones de desesperanza o despedidas inusuales puede ser clave para intervenir a tiempo. El suicidio es prevenible, pero requiere atención comunitaria y acompañamiento profesional.

Fuente: MSPBS

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