Este 17 de septiembre se cumplen 45 años del asesinato de Anastasio Somoza Debayle, exdictador de Nicaragua, quien fue abatido en Asunción por un comando armado del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) de Argentina. El hecho marcó un punto de inflexión en la historia política regional.
Somoza vivía exiliado en Paraguay desde julio de 1979, tras ser derrocado por el Frente Sandinista. Se refugió en Asunción bajo la protección del régimen stronista, que le brindó seguridad y discreción. Sin embargo, sus movimientos eran monitoreados por un grupo clandestino.
El atentado ocurrió a las 09:55 del 17 de septiembre de 1980, en la avenida España. El comando del ERP, integrado por siete personas —cuatro hombres y tres mujeres—, atacó con ametralladoras, una granada y una bazuca el automóvil Mercedes-Benz en el que se trasladaba Somoza junto a su chofer y un asesor.
La operación fue liderada por Enrique Gorriarán Merlo, exintegrante del ERP argentino. El grupo había alquilado una casa frente a la residencia del exdictador, simulando que filmaban una película sobre Julio Iglesias. Desde allí, instalaron una revistería como fachada para vigilar a Somoza durante semanas.
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Tras el ataque, los responsables se reagruparon en el Cementerio de la Recoleta y lograron escapar. Días después, el régimen de Alfredo Stroessner capturó a uno de los involucrados: Hugo Irurzún, alias “Capitán Santiago”, quien murió bajo tortura en una comisaría de Asunción.

En Nicaragua, la noticia generó reacciones inmediatas. Radio Sandino celebró el hecho como un acto de justicia revolucionaria y declaró “tres días de alegría”. El gobierno sandinista negó cualquier participación directa en el operativo.
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Estados Unidos, bajo el gobierno de Jimmy Carter, evitó profundizar la controversia. La reacción oficial fue escueta: lamentaron el asesinato sin emitir mayores juicios. La dictadura paraguaya, por su parte, mantuvo el silencio mientras intensificaba la represión interna.
El asesinato de Somoza en Paraguay fue uno de los operativos más audaces ejecutados por fuerzas revolucionarias en América Latina. Expuesto a plena luz del día, demostró las grietas del aparato de seguridad stronista y dejó una huella duradera en la memoria política del continente.
Fuente: ABC Color







