Carolina vivía presa en su propia casa, denunció su hermana, Laura Coronel. Captura de video.
El suboficial mayor Aníbal López Martínez, agente del Grupo Especial de Operaciones de la Policía Nacional, se encuentra detenido e imputado por doble feminicidio en Presidente Franco, Alto Paraná. El uniformado asesinó a su esposa Carolina Coronel Fernández (39 años) con 15 disparos y a su hija Deisy Jazmín López (15 años) con cinco tiros. El Ministerio Público solicitó prisión preventiva para el autor confeso del crimen.
Laura Coronel, hermana de la víctima, denunció desde Estados Unidos el infierno en que vivía Carolina desde hace al menos tres años. La mujer sufría constantes empujones, gritos y amenazas de muerte por parte del policía. Laura relató que la situación de violencia doméstica se había normalizado dentro del entorno familiar y policial, sin que nadie tomara medidas preventivas efectivas.
En una ocasión anterior, López Martínez encerró a Carolina y otra hermana en una habitación de la casa y les roció gas pimienta de uso policial. Laura debió solicitar rescate a agentes de la Subcomisaría 12ª del kilómetro 5 Monday. Como no podían ingresar a la propiedad privada, desde la calle pidieron al policía que liberara a las mujeres, pero solo dejó salir a una hermana visitante.
“Si vos salís de acá, che romboparáta balape”, le dijo López Martínez aquella noche a Carolina frente a testigos policiales, según relató Laura. Pese a que agentes fueron testigos de esta clara amenaza de muerte, no realizaron denuncia formal ante la Fiscalía. Los policías “normalizaron” las amenazas, considerándolas como momentos de enojo sin consecuencias legales.
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Laura lamentó no tener mayores pruebas contra el agresor porque Carolina configuraba los mensajes de WhatsApp de manera temporal para que se eliminaran automáticamente. La víctima hacía esto para evitar complicar a su marido, evidenciando el control psicológico ejercido. La familia había sugerido a Carolina salir del país hacia España, pero ella manifestaba que lo pensaría sin tomar decisiones concretas.
Los familiares tenían miedo porque López Martínez siempre portaba armas y se consideraba intocable por su condición policial. Laura expresó que sabían que esto iba a ocurrir tarde o temprano porque Carolina “no tenía escapatoria” de la situación de violencia. La reflexión sobre que “cuando uno cierra la puerta de su casa, no sabemos qué pasa adentro” evidencia la invisibilidad de la violencia doméstica.
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El policía también ejercía control sobre su hija Deisy Jazmín López, hija biológica suya e hijastra de Carolina. Se enojaba cuando la adolescente llegaba tarde, le quitaba el celular para investigar con quién se comunicaba. Según Laura, esto ocurría incluso cuando la menor participaba en olimpiadas escolares, limitando sus actividades normales de adolescente por celos y control paterno.
El fiscal Edgar Rafael Delgado imputó al suboficial por feminicidio y el uniformado permanece detenido mientras el Ministerio Público procesa la solicitud de prisión preventiva. Este caso evidencia cómo la violencia doméstica puede escaldar hasta consecuencias fatales cuando no se implementan medidas de protección efectivas, especialmente cuando el agresor posee armas y autoridad institucional que le otorgan sensación de impunidad.
Fuente: ABC Color
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