El acompañamiento de los adultos será fundamental para ayudar a los niños y jóvenes que enfrentan el final del año lectivo. Foto: Archivo ÚH.
La “recta final” del año escolar se convirtió en una trampa para la salud mental. La presión por los exámenes y las tareas acumuladas genera picos de estrés y ansiedad en niños y adolescentes. Muchos estudiantes ya muestran signos de saturación.
Liz Aguiar, psicóloga del Instituto de Previsión Social (IPS), advierte sobre este fenómeno. Explica que no son lo mismo. “El estrés es la respuesta a demandas excesivas. La ansiedad es el miedo al fracaso”, aclara la especialista.
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Los padres deben estar atentos a los cambios. Las señales no son solo el bajo rendimiento escolar. Incluyen irritabilidad, llanto fácil, desinterés o evitar tareas.
También aparecen síntomas físicos claros. Dolores de cabeza o estómago sin causa médica. A esto se suman problemas de sueño y cansancio persistente. La experta menciona los bloqueos mentales durante las pruebas como una alerta roja.
La psicóloga Aguiar enfatiza que el apoyo familiar es vital. Pero este apoyo debe ser bien gestionado por los adultos.
“Validar sus emociones, sin minimizarlas, es el primer paso”, indica Aguiar. Recomienda organizar horarios de estudio realistas. Estos deben incluir pausas y tiempo de juego.
Es crucial evitar la presión excesiva. Los padres no deben comparar a sus hijos. El refuerzo debe estar en el esfuerzo, no solo en las notas. Mantener rutinas de sueño y alimentación ayuda al equilibrio.
Fuente: ÚH
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