Tradición viva: el pesebre Sabaté y su nuevo carpincho

En el corazón del Segundo Barrio de Luque, el agua no solo corre: también reúne. Y es que, con su movimiento paciente, termina dando vida a una escena que muchas familias asocian con la Navidad de siempre. Allí, el pesebre hidráulico de la familia Sabaté vuelve a abrirse al público. La verdad es que no es una visita cualquiera. Es una tradición con más de siete décadas, de esas que se esperan cada año como quien espera la noche buena en casa.

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La historia de este pesebre se remonta a 1953. En aquel tiempo, todo arrancó de manera humilde, sobre una mesa pequeña. Esteban y Hermelinda Sabaté lo armaron con devoción y con ganas, como se hacen las cosas que nacen del corazón. Con los años, ese primer gesto fue creciendo, pieza por pieza, hasta convertirse en una obra conocida en la ciudad, casi como un punto fijo del calendario de fin de año.

Cuatro generaciones unidas por la fe

Hoy, el cuidado del pesebre está en manos del ingeniero químico Esteban Sabaté, de 64 años. Lleva casi cuatro décadas sosteniendo este legado. Además, la tradición ya alcanza a la cuarta generación. Nietos y adultos se reparten tareas, se dan ideas, se corrigen detalles. A veces basta verlos para entender que el pesebre, en realidad, también es una excusa linda para estar juntos.

El pesebre ocupa un espacio de siete metros de largo por ocho de fondo. En ese escenario se acomodan 120 piezas en movimiento, como una pequeña ciudad navideña que respira. Entre todas, destaca la imagen del Niño Jesús. Es la figura más antigua y la más cuidada. Para la familia, tiene un peso especial, porque marca el centro espiritual del montaje y recuerda el sentido religioso de la celebración.

El carpincho como símbolo nacional

Cada edición suma algún detalle nuevo, y eso mantiene viva la curiosidad. Este año, la atención se posa en una figura particular: el carpincho, también llamado capibara. Su llegada no fue casual. Nació en una reunión familiar, de esas donde se conversa de todo, y donde los nietos terminan imponiendo la idea con entusiasmo.

La figura del 2025 para el pesebre de los Sabaté es el carpincho o capibara que se suma a las 120 piezas que tiene la puesta.

Según explicó el ingeniero Sabaté, la figura es un homenaje a la fauna silvestre nacional. También busca despertar interés por la preservación de la naturaleza. Y es que el pesebre no se arma solo con fe: requiere trabajo fuerte. Lograr que el agua mueva las piezas implica un montaje de unos 30 días, con paciencia y precisión.

Durante las primeras dos semanas, el equipo se enfoca en cañerías y conexiones hidráulicas. Además, avanzan con la ornamentación, que da ese toque de fiesta y calidez. Los últimos quince días se reservan para el ensamblaje final de las piezas. Participan cinco adultos y, de a poco, se suman los niños. Ellos miran, preguntan y también ayudan, como quien aprende una receta familiar.

Una invitación abierta a la comunidad

Para la familia Sabaté, el sentido del pesebre va más allá de lo técnico. Su responsable lo define como un espacio de unión familiar. Además, resalta el valor de compartirlo con la comunidad. La verdad es que cada visita termina siendo un momento de charla, saludo y encuentro, como cuando uno se cruza con vecinos y conocidos en una noche fresca de diciembre.

También subraya la importancia de involucrar a los más pequeños. La participación de los nietos, dice, sostiene el amor al Niño Dios. Y así la tradición se renueva sin forzarla. Pasa de mano en mano, de generación en generación, como una costumbre que no quiere apagarse.

Guía para visitar el pesebre

Quienes deseen conocer el pesebre pueden acercarse al Segundo Barrio Bella Vista de Luque. La entrada es libre y gratuita, lo que lo vuelve aún más accesible para familias completas. Para llegar, basta con buscar “Pesebre Hidráulico de la familia Sabaté” en Google Maps y seguir la ruta.

El pesebre estará habilitado del lunes 22 al 30 de diciembre, de 18:30 a 23:00. Además, el 25 de diciembre la familia ofrece clericó a los visitantes. Es un gesto sencillo, pero muy cálido, de esos que hacen que la visita se sienta más cercana y bien de casa.

Fuente: ABC Color

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