La Senad alerta sobre la expansión del culto a narcotraficantes o personajes ficticios que se convierten en figuras aspiracionales para jóvenes vulnerables. ABC
La Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) identificó un patrón cultural preocupante en los operativos contra el microtráfico. Los agentes detectaron una constante idolatría hacia figuras del crimen organizado en los últimos meses. Este fenómeno se manifiesta mediante tatuajes, cuadros y diversos objetos de culto hallados en allanamientos. Los detenidos suelen rendir homenaje tanto a capos reales como a personajes de ficción cinematográfica. Según los reportes, Pablo Escobar es el nombre que más aparece entre los vendedores de drogas. Esta tendencia expone una dimensión simbólica del delito que gana terreno en sectores vulnerables.
Los investigadores señalan que estas imágenes trascienden el simple entretenimiento para convertirse en modelos aspiracionales. Además de Escobar, figuran con frecuencia el personaje Tony Montana y el líder paraguayo Armando Javier Rotela. Estos íconos representan para muchos jóvenes una idea de poder y ascenso social rápido. Las organizaciones criminales aprovechan este plano simbólico para captar y fidelizar nuevos adeptos. De esta manera, el crimen no solo ofrece dinero, sino también un sentido de pertenencia. La Senad sostiene que este patrón es una estrategia clave para el reclutamiento en barrios de escasos recursos.
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El narcotráfico disputa actualmente identidades y aspiraciones en la sociedad, según el análisis de las autoridades. El delito instala la falsa narrativa de éxito y reconocimiento social a través de la violencia. La operación “Cessatio Regia” dejó al descubierto este componente menos visible del narcomenudeo recientemente. En dicho procedimiento, los agentes encontraron múltiples evidencias de este culto al crimen organizado. Había microtraficantes con tatuajes alusivos a grandes capos y elementos decorativos de carácter delictivo. Para la secretaría, el problema excede la simple venta de sustancias ilícitas o la posesión de armas.
Frente a esta situación, la Senad impulsa acciones de prevención para disputar el terreno simbólico del delito. El objetivo es ofrecer referentes alternativos que alejen a la juventud de los circuitos delictivos. La institución prepara diversos programas orientados a los ámbitos familiares, escolares y también comunitarios. Se busca reconstruir horizontes posibles para los jóvenes fuera de la influencia de las bandas criminales. Por lo tanto, el trabajo preventivo se enfoca en desarticular la imagen positiva de los traficantes. La batalla contra la droga requiere también un cambio en las figuras de admiración popular.
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Una de las iniciativas principales es el programa denominado “Sumar Juventud Sana”. Esta propuesta apuesta al deporte como una herramienta fundamental de prevención y contención social. Mediante esta acción, se promueven modelos positivos ligados al esfuerzo y la disciplina constante. El plan busca destacar a figuras del fútbol nacional como nuevos ejemplos a seguir. De este modo, se intenta reemplazar la idolatría del delito por proyectos de vida saludables. La Senad enfatiza que el deporte fomenta valores opuestos a los que ofrece el mundo del narcotráfico.
Finalmente, el esfuerzo institucional se concentra en proteger a los grupos más vulnerables del país. La Senad asegura que la contención social es vital para frenar el crecimiento de las bandas. La lucha contra el microtráfico no puede limitarse únicamente a las intervenciones policiales o judiciales. Se requiere una presencia estatal firme que ofrezca oportunidades reales de desarrollo integral. Solo así se podrá desterrar la influencia de los “ídolos criminales” en las nuevas generaciones. El éxito de estas políticas preventivas determinará el futuro de la seguridad ciudadana en las zonas críticas.
Fuente: ABC Color
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