A los 78 años, Pánfilo Ferreira Romero no solo culminó el bachillerato; también fue reconocido como mejor alumno, abanderado y medallista de oro. Ahora, sueña con iniciar la carrera de Derecho. Su historia —que empezó entre trabajos agrícolas y estudios interrumpidos— se convirtió en un ejemplo de perseverancia para toda su comunidad en Coronel Bogado, Itapúa.
Ferreira nació en una familia campesina de trece hermanos y, desde niño, alternó la escuela con las labores agrícolas. Cursó parte de la primaria en Encarnación, Asunción y su ciudad natal, siempre acompañando el trabajo diario en el campo.
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A los 15 años, debió abandonar la escuela por decisión de su padre, quien necesitaba su ayuda de forma permanente. Determinado a seguir estudiando, se mudó a Asunción con su abuela y logró concluir el sexto grado. Luego ingresó a una escuela militar, donde continuó su formación hasta que un acontecimiento internacional interrumpió su proceso académico.
A los 18 años regresó a Coronel Bogado, pero las limitadas opciones educativas le impidieron continuar. Con el tiempo, volvió al trabajo agrícola, formó una familia y priorizó la educación de sus ocho hijos, quienes lograron desarrollarse profesionalmente.

Décadas más tarde, la oportunidad de volver a estudiar se abrió cuando se habilitó un centro de educación para jóvenes y adultos en su comunidad. Tras 58 años lejos del aula, se inscribió en el bachillerato de Ciencias y Letras del Centro N.º 236 Carlos Antonio López, donde compartió clases con otros 26 estudiantes y recibió trato igualitario.
Hoy, con su título en mano y un reconocimiento que lo llena de orgullo, Pánfilo reafirma que no existe edad límite para aprender. Su mensaje para quienes postergaron sus estudios es claro: “Cuando llegue la oportunidad, retomen el camino. Nunca es tarde.”
Fuente: ÚH







