En San Juan Bautista, capital del departamento de Misiones, un hombre de 70 años vive en condiciones que reflejan la dura realidad de muchos adultos mayores en el país. Adolfo Samaniego, residente del barrio Virgen de Lourdes, enfrenta el día a día sin agua potable ni energía eléctrica, en una vivienda deteriorada que se inunda cada vez que llueve.
Sin familiares que lo acompañen, Samaniego depende únicamente de la solidaridad de sus vecinos para sobrevivir. Su única fuente de ingresos es la pensión de la tercera edad, monto que resulta insuficiente para cubrir los gastos básicos o mejorar su vivienda. “Cada vez que llueve, el agua entra a mi pieza. Tengo que irme a refugiar en casas de mis vecinos porque no puedo dormir. Mi casa está en muy mal estado”, relató con preocupación.
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El adulto mayor explicó que no puede costear materiales para reparar su vivienda y que la situación empeora con el paso del tiempo. “La vida está muy cara. Con mi pensión apenas me alcanza para comer”, lamentó. Su pedido principal es que las autoridades locales o departamentales le ayuden a reconstruir o reparar su casa, para evitar el riesgo que implica vivir bajo techo dañado.
Los vecinos, movidos por la empatía, intentan asistirlo de la forma que pueden: le comparten electricidad mediante alargues y le acercan agua en baldes. Sin embargo, esa ayuda no sustituye la ausencia del Estado ni resuelve las carencias estructurales. “Mis vecinos son buenos, me ayudan, pero no pueden hacer mucho más”, expresó.
Samaniego también pidió que las autoridades no lo olviden fuera de los tiempos electorales. “Solo pido que me ayuden a tener una casa digna, y que no vengan a prometer cosas cuando buscan votos, para luego ni saludarme”, dijo con resignación.
Fuente: ABC Color







