Padres de tres estudiantes de preescolar con Trastorno del Espectro Autista (TEA) denunciaron la falta de inclusión en la Escuela Básica N° 1633 Espíritu Santo de Ciudad del Este. Los niños dejaron de asistir a clases desde hace tres semanas tras experimentar severos retrocesos en sus tratamientos, situación que los progenitores atribuyen al inadecuado manejo por parte de la docente a cargo del aula.
José Martínez, padre de uno de los menores afectados, manifestó que durante una reunión con la profesora Isabel Arias, esta expresó abiertamente su negativa a trabajar con niños que presentan esta condición. El denunciante aseguró que, a pesar de contar con una docente titular y una auxiliar, los niños con TEA permanecen aislados dentro del aula. Incluso señaló un incidente donde su hijo ingirió plastilina sin que el personal docente tomara medidas al respecto, evidenciando una aparente falta de supervisión adecuada.
Los padres afectados coinciden en que sus hijos han mostrado regresiones conductuales significativas y ahora rechazan asistir a la institución educativa. Martínez enfatizó la particularidad de la situación: «Una regresión en un solo niño podría atribuirse a diversas causas. Pero tres casos, en tres semanas, dentro de la misma sala, resulta por lo menos llamativo». Esta sincronía en el deterioro conductual de los tres menores ha generado preocupación entre las familias, quienes buscan respuestas institucionales para resolver la situación.
Como parte de las acciones para documentar su denuncia, los padres han solicitado a las autoridades educativas que revisen las grabaciones del circuito cerrado de la sala de clases. Según afirman, estos registros mostrarían a los niños llorando durante horas sin recibir la contención necesaria por parte del personal docente. La falta de atención adecuada a las necesidades emocionales específicas de los menores con TEA constituye el núcleo de la denuncia presentada.
Tras semanas sin obtener respuestas satisfactorias, los progenitores exigen a las autoridades medidas concretas que garanticen un entorno verdaderamente inclusivo para sus hijos. Entre sus peticiones figura la posibilidad de que una persona contratada por ellos mismos pueda permanecer en el aula para brindar el apoyo especializado que los niños requieren. «Ya hablamos con el psicólogo, con la profesora –que es intratable– y con la supervisora pedagógica, pero no obtenemos respuestas. En esta escuela no hay inclusión», expresó Martínez, evidenciando su frustración ante la situación.
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Por su parte, Agustín Benítez, psicólogo del Nivel Inicial de la institución, ofreció una versión diferente de los hechos. El profesional caracterizó los episodios de llanto prolongado de los menores como parte normal del proceso de adaptación escolar.
Las alternativas propuestas por la institución incluyen la incorporación de una maestra «sombra» que no permanezca dentro del aula o el cambio de sección para los niños. Ambas soluciones fueron rechazadas por los padres, quienes consideran que no atienden adecuadamente las necesidades específicas de inclusión que requieren sus hijos en el entorno educativo.
Fuente: ABC Color