Una travesía diaria en condiciones extremas
Cada jornada, diez docentes deben cruzar el caudaloso río Aquidabán a bordo de una balsa artesanal para llegar a la escuela y colegio Piqui Cuá, única institución educativa que atiende a comunidades indígenas y rurales en esta zona de Amambay. La rutina se repite desde hace tres años, cuando una crecida del río destruyó el puente que conectaba la comunidad con la ruta PY08, dejando a la escuela sin acceso terrestre directo.
A pesar del riesgo, el compromiso de estos educadores se mantiene firme. A diario, enfrentan la precariedad de una travesía fluvial sin garantías de seguridad, motivados por el entusiasmo de sus estudiantes. La mayoría de los alumnos provienen de familias indígenas de la comunidad Pa’í Tavytera, así como de estancias ganaderas aledañas, ubicadas en zonas apartadas del casco urbano de Pedro Juan Caballero.
Después tenés que escuchar a las autoridades diciendo que «el que quiere puede»…
En balsa y soga tipo «tirolesa» van a la escuela
♦️ Docentes y alumnos cruzan el río Aquidabán arriesgando sus vidas todos los días para llegar a la escuela Pikykua de Cerro Corá,… pic.twitter.com/UO1SZnbejs
— NPY Oficial (@npyoficial) April 30, 2025
Ausencia de respuesta estatal tras tres años
Desde marzo de 2022, tras la destrucción del puente, la situación no ha cambiado. La balsa —única alternativa de cruce— requiere reparaciones constantes por los efectos del clima y la subida del río. Pese a los reiterados reclamos dirigidos al Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), no se ha brindado una solución definitiva para restablecer la conexión terrestre.
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En ese contexto, Jerónimo Valiente, representante de la comunidad indígena local, denunció la falta de respuesta institucional, incluso tras gestiones realizadas ante distintas autoridades. La caída de una docente al río, en un intento de cruce anterior, ejemplifica el riesgo permanente que enfrentan quienes prestan servicios en esta zona.
Una escuela vital para la comunidad
La escuela Piqui Cuá acoge actualmente a unos 300 estudiantes, entre niños indígenas y menores provenientes de zonas rurales. La institución representa una herramienta clave para el desarrollo local y el acceso a la educación en contextos de alta vulnerabilidad. Sin embargo, la falta de infraestructura adecuada afecta directamente la continuidad del servicio educativo.
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Este 30 de abril, Día del Maestro, la comunidad educativa levanta su voz para pedir, una vez más, atención a una problemática que expone la desigualdad en el acceso a la educación rural. Docentes y líderes locales coinciden en que la construcción de un nuevo puente no solo es urgente, sino esencial para garantizar el derecho a la educación y la seguridad de quienes enseñan y aprenden en condiciones extremas.
Fuente: Última Hora







