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Urólogas del IPS rompen tabúes en atención masculina

Las primeras urólogas del IPS enfrentan el desafío de atender a hombres que aún se resisten a consultar con mujeres en temas urológicos.

En un ámbito dominado históricamente por hombres, las doctoras Rossana Pereira y Sandra Lin marcan un hito al convertirse en las primeras urólogas residentes del Hospital Ingavi del Instituto de Previsión Social (IPS). Ambas asumen con compromiso y sensibilidad el desafío de atender a pacientes que, en su mayoría, son hombres mayores y aún arrastran prejuicios sobre ser tratados por una mujer en consultas urológicas.

Pereira, en su cuarto año de residencia, está a punto de convertirse en la primera egresada mujer en urología del IPS. Su colega Lin, en tanto, acaba de comenzar su formación. Ambas trabajan con pacientes que presentan enfermedades del sistema urinario y reproductivo, en su mayoría arrieros y adultos mayores del interior del país.

Uno de los principales obstáculos, cuenta Pereira, es la resistencia inicial de los pacientes varones. “Muchos entran con vergüenza, otros creen que se confundieron de consultorio”, relata. Es ahí donde el profesionalismo y el trato humano juegan un papel esencial. “Me presento, explico el procedimiento y utilizo todos los recursos para que se sientan cómodos”, agrega.

Un elemento clave en su comunicación es el idioma guaraní. “La mayoría son adultos mayores que se expresan mejor en su lengua materna. Hablarles en guaraní genera confianza inmediata”, afirma. Pereira también enfatiza que es necesario derribar el mito de que el urólogo solo atiende a hombres: “Hay muchas enfermedades que también afectan a mujeres, como la litiasis o la incontinencia urinaria”.

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Actualmente, en Paraguay hay menos de 10 mujeres urólogas, frente a un plantel de más de 20 hombres solo en el IPS, según registros oficiales. Las cifras reflejan la desigualdad de género aún presente en esta especialidad médica.

Pese a los avances, Pereira advierte sobre la escasa cultura de prevención en salud masculina. “Muchos consultan tarde, cuando la enfermedad ya está avanzada. El tacto rectal, por ejemplo, se debería realizar desde los 45 años, pero la mayoría se resiste”, explica.

Fuente: EXTRA