Los niños pequeños suelen atravesar una etapa en la que formulan innumerables preguntas, especialmente entre los 2 y 5 años. Aunque para los adultos pueda parecer repetitivo o incluso abrumador, la neurociencia explica que este comportamiento es fundamental para el desarrollo cognitivo y la construcción del aprendizaje.
El psicólogo Paul L. Harris, especialista en desarrollo infantil, sostiene que en este periodo los niños pueden llegar a realizar hasta 40.000 preguntas, según investigaciones publicadas en su libro Trusting What You’re Told: How Children Learn from Others. Esta cifra refleja la necesidad constante de los niños de comprender lo que sucede a su alrededor.
Un estudio de la Universidad de California confirma que las preguntas son un mecanismo mediante el cual los niños detectan vacíos en su conocimiento y buscan información específica. Así, cada interrogante se convierte en una herramienta para ampliar su comprensión del mundo y resolver problemas de manera efectiva.
Las investigaciones también señalan que la repetición de preguntas no es casualidad. Según estudios de la Universidad de Michigan, los niños se sienten más motivados por obtener explicaciones que respuestas simples. Por eso, tienden a insistir con el mismo cuestionamiento hasta recibir una respuesta que satisfaga su necesidad de entendimiento.
Este proceso tiene además un impacto en el cerebro infantil. La repetición refuerza las conexiones neuronales, facilitando la consolidación de nuevas memorias. De esta manera, preguntar y volver a preguntar no solo es una forma de comunicación, sino también una estrategia para afianzar el aprendizaje.
La forma en la que los adultos responden resulta crucial. Respuestas detalladas y adaptadas a la edad del niño abren espacio para más preguntas y fortalecen la interacción. En contraste, respuestas cortas como “porque sí” pueden desmotivar la curiosidad e interrumpir un proceso de aprendizaje natural.
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Al fomentar un ambiente donde los niños se sientan escuchados y animados a cuestionar, los padres y cuidadores contribuyen a desarrollar el pensamiento crítico y la capacidad de análisis desde la infancia. Esto no solo ayuda en la etapa preescolar, sino que sienta las bases para un aprendizaje sólido en etapas posteriores.
En conclusión, la tendencia de los niños a hacer preguntas sin descanso es una manifestación positiva de su curiosidad natural. Responder con paciencia y claridad fortalece su desarrollo cognitivo, estimula su memoria y alimenta el deseo de seguir aprendiendo.
Fuente: Bebés y más







