La propuesta surge tras la revisión de múltiples estudios científicos que establecen vínculos directos entre el consumo de alcohol y al menos seis tipos diferentes de cáncer. Las estadísticas presentadas por Murthy revelan que el alcohol contribuye anualmente al desarrollo de 100,000 casos de cáncer y 20,000 muertes relacionadas en Estados Unidos.
Un hallazgo particularmente preocupante indica que uno de cada seis casos de cáncer de mama está directamente relacionado con el consumo de alcohol. Los estudios demuestran que incluso el consumo moderado, definido como una copa diaria para mujeres y dos para hombres, puede incrementar significativamente el riesgo.
Las investigaciones científicas han identificado los mecanismos biológicos por los cuales el alcohol induce cambios cancerosos. El principal proceso involucra la descomposición del alcohol en acetaldehído, un metabolito que daña el ADN y puede provocar un crecimiento celular descontrolado.
El consumo de alcohol también genera “estrés oxidativo” que aumenta la inflamación corporal general y altera los niveles hormonales, especialmente el estrógeno, factor crucial en el desarrollo del cáncer de mama. Además, facilita la absorción de otros carcinógenos en el organismo.
Los datos presentados muestran incrementos significativos en los riesgos absolutos. Para las mujeres, el riesgo de cáncer de mama aumenta del 11.3% con menos de una copa semanal al 15.3% con dos bebidas diarias. En hombres, el riesgo de cánceres relacionados se eleva del 10% al 13% bajo patrones similares de consumo.
La propuesta enfrenta desafíos significativos. Las etiquetas actuales de advertencia no han sido modificadas desde 1988, a pesar de que la relación entre alcohol y cáncer de mama se conoce desde hace décadas. Cualquier cambio requerirá aprobación del Congreso estadounidense.
La iniciativa coincide con la actualización pendiente de las Pautas Alimentarias para los Estadounidenses, documento que históricamente ha mantenido una postura moderada respecto al consumo de alcohol, reconociendo incluso posibles beneficios cardiovasculares.
La Organización Mundial de la Salud respalda esta posición al afirmar que no existe un nivel seguro de consumo de alcohol. Actualmente, 47 países exigen advertencias en bebidas alcohólicas, aunque solo Corea del Sur incluye específicamente el riesgo de cáncer de hígado.
Los estudios globales analizados, incluyendo una investigación que abarcó 195 países y 28 millones de personas, consistentemente demuestran una correlación entre mayores niveles de consumo de alcohol y riesgo incrementado de cáncer.
Experimentos en animales han confirmado estos hallazgos, mostrando desarrollo de tumores en roedores expuestos a etanol o acetaldehído en su agua potable.
La industria de bebidas alcohólicas y algunos científicos mantienen que el consumo moderado puede reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, principal causa de muerte en Estados Unidos. Sin embargo, estudios recientes cuestionan la metodología de estas investigaciones.
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Irlanda se convertirá en 2026 en el primer país en implementar etiquetas que adviertan explícitamente sobre la relación directa entre alcohol y cáncer, estableciendo un precedente internacional.
El doctor Murthy enfatiza que el riesgo individual varía según factores genéticos, antecedentes familiares y exposiciones ambientales, pero mantiene que la reducción del consumo es la mejor estrategia para minimizar el riesgo de cáncer.
La propuesta representa un cambio significativo en la política de salud pública estadounidense y podría influenciar regulaciones similares a nivel global.
Fuente: New York Times







