Alemania enfrenta una crisis estructural en su sistema de pensiones debido al envejecimiento de la población. Para aliviar esa presión, el gobierno propuso otorgar un subsidio de 11 dólares mensuales a niños y adolescentes de entre 6 y 18 años para invertir en la bolsa de valores.
El canciller Friedrich Merz presentó la iniciativa como una forma de inculcar la cultura del ahorro desde temprana edad. Según explicó en un mensaje a los jóvenes, la idea es que pequeñas sumas invertidas regularmente puedan generar a futuro una base más sólida para la jubilación.
El sistema de pensiones alemán funciona bajo un contrato intergeneracional. Los trabajadores activos financian los ingresos de los jubilados, un modelo que se estableció en la posguerra, cuando había más jóvenes y menos adultos mayores. Hoy, esa ecuación es insostenible, ya que la natalidad ha caído y la esperanza de vida se ha alargado.
Expertos advierten que depender únicamente de las pensiones públicas llevará a recortes o a elevar la edad de jubilación. Christoph Schmidt, del Instituto Leibniz de Investigación Económica, señala que sin inversión privada los trabajadores deberán aceptar beneficios más bajos o trabajar hasta los 69 años o más.
El gobierno busca avanzar hacia un sistema mixto, combinando aportes públicos con ahorro privado. Sin embargo, sindicatos como el de trabajadores metalúrgicos sostienen que el camino no es la inversión bursátil, sino reforzar el actual sistema público de reparto.
Mientras el debate se intensifica, la coalición gobernante intenta implementar medidas específicas. Una de ellas es la creación de exenciones fiscales para quienes trabajen más allá de la edad de jubilación. No obstante, estas propuestas han recibido críticas de empresarios y sindicatos, que las consideran costosas e insuficientes.
En este marco surge el subsidio infantil para la inversión bursátil. El plan plantea que los fondos se acumulen bajo la supervisión de los padres y solo puedan ser retirados al llegar a la edad de jubilación. Los defensores creen que, más allá de la suma, lo importante es fomentar la educación financiera y la familiaridad con los mercados.
Algunos economistas, como Johannes Geyer del Instituto Alemán de Investigación Económica, sostienen que se trata de un experimento con resultado incierto. Aseguran que los efectos solo se verán a muy largo plazo y que el monto es reducido para marcar diferencia real.
Otro punto en discusión es la administración de los fondos. Mientras que el proyecto se orienta hacia empresas privadas, hay voces que plantean que debería ser gestionado por una autoridad central para garantizar transparencia y seguridad.
La cultura alemana presenta además una barrera estructural. Existe un marcado escepticismo hacia los mercados de capitales, lo que dificulta que la población se anime a invertir en acciones, pese a su rentabilidad histórica. Los promotores de la medida esperan que los jóvenes puedan superar ese recelo.
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Las proyecciones son claras: en 2040, una cuarta parte de la población tendrá 67 años o más. Esto coloca sobre la mesa la necesidad de reformas estructurales. Entre las propuestas más polémicas figura la posibilidad de llevar la edad de jubilación hasta los 70 años, una medida resistida por los socialdemócratas.
En paralelo, se discuten alternativas como aumentar las contribuciones, integrar más mujeres y migrantes al mercado laboral o vincular la edad de retiro a la esperanza de vida. Sin acuerdos políticos amplios, Alemania enfrenta un dilema que refleja los desafíos comunes a muchas economías desarrolladas.
Fuente: BBC News Mundo







