El hombre tenía consigo un centenar de chinches vivos, que había guardado en un recipiente, y hasta el momento se pensaba que él sencillamente coleccionaba.
Luego de ser desalojado, el hombre decidió llevarse a sus compañeras de piso en un tarro y regresar al ayuntamiento, en donde vació el contenido de su recipiente sobre el mostrador e inmediatamente los chinches se esparcieron por el edificio. Las autoridades locales tuvieron que llamar al servicio de control de plagas y, hasta el momento, la Policía de Augusta no difundió el nombre del autor, así como tampoco especificaron si será procesado por su singular acción.
Fuente: RT
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