Opinión

Ciega, sorda, muda

Un informe de la organización Freedom House, refiriéndose a Paraguay, expresa que los lavadores de dinero, los narcotraficantes y los políticos corruptos han cooptado a las autoridades judiciales locales y que las garantías constitucionales del debido proceso no se cumplen en nuestro país. Y tiene sentido cuando vemos que llevan a juicio oral y público a ciudadanos comunes y corrientes por haberse manifestado contra hechos de currupción y dejan en libertad a quienes tuvieron la osadía de jugar con la Salud de todo un país en plena pandemia.

Ilustración. Foto: Poder Judicial.

Por Ricardo Alderete

@rickyalderete

A esto, sumemosle los más de 2000 archivos de reportes de operaciones sospechosas filtrados de la unidad de Inteligencia Financiera dependiente del Departamento del Tesoro de los EE.UU, donde aparece Paraguay y hasta lo califican como una jurisdicción de alto riesgo de lavado de dinero, tráfico de drogas, financiamiento de terrorismo y corrupción.

Es como si viviéramos en mundos paralelos: desde afuera ven una realidad que acá no logran identificar, o no quieren.

Tuvieron que llegar dos agentes encubiertos del FBI para descubrir que una legisladora paraguaya operaba y conspiraba para lavar dinero internacionalmente. Un esquema de película. Agentes del FBI se hicieron pasar por narcotraficantes para investigar una red de lavado de dinero internacional, el target: Paraguay. Y así fue que llegaron hasta Cynthia Tarragó, su esposo, Raimundo Va, y Rodrigo Alvarenga Paredes.

Tarragó y Va se declararon culpables por el hecho de conspiración en lavado de dinero internacional.

“Paraguay es un buen lugar para lavar dinero”, decía la propia Cynthia Tarragó. Los cargos de conspiración de lavado de dinero conllevan una pena máxima legal de 20 años de prisión.

Cynthia Tarragó pudo operar y lavar dinero dentro de un esquema con tentáculos a nivel internacional, ser legisladora y pretender incluso una candidatura para la intendencia de Asunción.

En una semana donde acá nos tocó ver como un operativo de la SENAD encontró laboratorios donde jóvenes de alto nivel adquisitivo producían marihuana y se desató el debate sobre lo bueno, lo malo y lo legal.

Por supuesto que una ilegalidad no puede ser justificada con otra ilegalidad pero no puedo dejar de preguntarme, ¿y los otros?

Sorda, ciega, muda, es la justicia paraguaya cuando se trata de los amigos del poder.