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Votar con hambre: Elecciones y crisis en Argentina

En medio de una crisis económica y social, Argentina enfrenta las elecciones primarias. La lucha diaria por la supervivencia eclipsa la importancia del proceso electoral para millones de ciudadanos. La política parece distante ante las necesidades más inmediatas.

Foto: EFE Archivo

La Disyuntiva de Votar o Comer

En las calles de Argentina, la disyuntiva entre ir a votar o buscar comida resuena con fuerza. Especialmente en las villas miseria como la “1-11-14”, consideradas zonas peligrosas en la capital. Con 16 millones de personas viviendo en la pobreza y otros 4 millones en la indigencia, la situación es crítica. Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), la importancia de las elecciones queda eclipsada.

La Esperanza en Medio de la Desesperación

Los “curas villeros” y las parroquias, como Santa María Madre del Pueblo, se convierten en una fuente vital. Para quienes, como Gregorio Acuña, se encuentran afectados por la pandemia y el narcotráfico, estos centros son la única esperanza. La asistencia social es, para muchos, el último recurso en medio de la desesperación.

Opciones Políticas y Desinterés Popular

En las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), hay una variedad de opciones políticas. Desde la fórmula peronista de Sergio Massa y Agustín Rossi, hasta la coalición de centroderecha y la ultraderecha. Sin embargo, para muchos votantes, la política parece lejana y desinteresada en su realidad. Francisco, un “changarín” (trabajador informal), es un ejemplo de esto.

Inflación y Lucha por la Supervivencia

La inflación, que escaló en junio pasado a casi un 116%, golpea fuertemente en los alimentos. Esto aumenta la presión sobre quienes dependen de las viandas de la iglesia o de rebuscar en los residuos. La lucha diaria por la supervivencia hace que las promesas políticas sean un eco distante.

Conclusiones: Desafíos y Esperanzas

Votar con hambre simboliza un sector amplio de la población argentina. Muchos se sienten frustrados y enojados después de años de lucha. A pesar de la esperanza de algunos, la sensación predominante es de una política que ha olvidado a quienes más la necesitan.

Las elecciones del 13 de agosto serán una oportunidad para medir el pulso político de un país dividido. Muchos se acercarán a las urnas con hambre y desilusión. En este contexto, el desafío para los candidatos y el próximo gobierno es demostrar que pueden conectar con las necesidades reales de su pueblo. El trabajo para cambiar una realidad que, para muchos, parece inmutable, está apenas comenzando.

 

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