Desde este lunes, los guardiacárceles volvieron a dejar sus platos vacíos. En una medida desesperada pero decidida, los miembros del Sindicato Nacional de Agentes Penitenciarios y Educativos del Paraguay (Sinapep) retomaron la huelga de hambre, esta vez frente a las puertas del Ministerio de Justicia en Asunción.
Esta no es la primera vez que los guardiacárceles se ven obligados a recurrir a medidas extremas para hacer oír sus voces. Ya habían optado por la huelga de hambre tras la crisis penitenciaria desatada por el clan Rotela en la Penitenciaría Nacional de Tacumbú. Ahora, alegan que el Gobierno incumplió los acuerdos alcanzados durante las negociaciones posteriores a esa crisis.
“El Ministerio de Justicia rompió sus promesas”, afirmó Enrique Arévalos, secretario general del Sinapep. Según Arévalos, el Ministerio no cumplió con la designación de los jefes de seguridad en la Penitenciaría Regional de Coronel Oviedo, tal como se había acordado. Además, reclaman por la falta de un seguro médico integral y respuestas al pedido de reajuste salarial.
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Pero el incumplimiento más grave, según Arévalos, es que el cargo de jefe de seguridad está siendo ocupado por un funcionario que fue denunciado por tortura y que incluso enfrenta una causa por la muerte de un recluso. “Esto es inaceptable”, dijo Arévalos. “Nuestros miembros merecen un ambiente de trabajo seguro y las familias de los reclusos merecen saber que sus seres queridos están en manos competentes”, añadió.
La huelga de hambre es una medida extrema y arriesgada. Pero para los guardiacárceles, es una forma de exigir justicia. “No pedimos nada más que lo que nos corresponde”, el gremialista. “Y no vamos a parar hasta conseguirlo”, resaltó.
Mientras tanto, las puertas del Ministerio de Justicia siguen cerradas. El Gobierno todavía no emitió una respuesta a las demandas de los huelguistas.
Fuente: ABC.