Mientras los datos oficiales del Banco Central del Paraguay (BCP) muestran índices de inflación relativamente bajos, la realidad que enfrentan los consumidores es completamente distinta. En los últimos dos años, el costo de vida ha experimentado un notable incremento en diversos sectores esenciales, generando un profundo impacto en el bolsillo de los paraguayos.
Según los informes del BCP, el costo de adquirir alimentos ha aumentado un alarmante 33%, lo que representa un duro golpe para las familias paraguayas. Adicionalmente, la compra de ropa se ha encarecido en un 11%, dificultando la capacidad de renovar el guardarropa de manera accesible.
Los servicios básicos, indispensables para el bienestar de los hogares, tampoco han escapado a esta tendencia alcista. El agua y la electricidad se han vuelto un 8% más costosas, mientras que la atención médica ha experimentado un incremento del 16%, poniendo en riesgo el acceso a servicios de salud para muchos ciudadanos.
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Otros rubros como los muebles han sufrido un aumento del 14%, complicando la renovación y mantenimiento de los hogares. El transporte público, crucial para la movilidad de la población, ha registrado un preocupante encarecimiento del 26%, afectando directamente el presupuesto de los trabajadores y estudiantes.
Incluso actividades recreativas y educativas se han visto impactadas, con aumentos del 11% y 16%, respectivamente. Esto podría tener consecuencias a largo plazo en el desarrollo personal y cultural de los paraguayos, al dificultar el acceso a oportunidades de esparcimiento y formación.
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Esta situación contrasta significativamente con los porcentajes de inflación anual reportados por el BCP, que se sitúan en torno al 4%. Esta discrepancia entre los datos oficiales y la realidad del consumidor genera interrogantes sobre la efectividad de las medidas implementadas para controlar la inflación y plantea la necesidad de abordar de manera integral el impacto en el poder adquisitivo de la población.
Fuente: El Nacional
