Este año, la Reserva de Biósfera del Bosque Mbaracayú se convirtió en escenario de un innovador piloto de empoderamiento territorial de pueblos originarios. La Fundación Moisés Bertoni (FMB), en colaboración con la UNESCO y con el apoyo del gobierno de Italia, inició un testeo de eficacia de actividades específicas que promueven el desarrollo sostenible, la conservación de la biodiversidad y los derechos de las comunidades indígenas en un mapeo participativo ambiental con enfoque de derechos de pueblos indígenas.
Ningún otro país ejecutó antes estas actividades: La propuesta de la FMB como miembro de la Red Iberoamericana de Reservas de Biosfera fue aprobada y Paraguay fue seleccionado como el país en el que por primera vez se llevaría a cabo esta metodología. La validación de las actividades generará herramientas que podrán ser implementadas en el futuro a nivel mundial por la UNESCO.
Estas actividades fueron realizadas en dos comunidades Aché (Arroyo Bandera y Chupa Pou) y una comunidad Avá Guaraní (Mbói Jagua) situadas en la Reserva de Biósfera del Bosque Mbaracayú (RBBM) en Canindeyú.
¿Por qué en Paraguay?
Serena Heckler es la especialista en ciencias ecológicas y de la tierra de la UNESCO. Señaló que las conversaciones sobre la importancia de mejorar la implementación de derechos indígenas en las reservas biosferas de la región tuvieron un incremento importante en 2019 con una serie de diálogos interculturales entre organizaciones indígenas, regionales, gestores de Reservas de Biosfera, tanto indígenas como no indígenas.
Uno de los países con representación más activa fue Paraguay: Danilo Salas, del área de investigación de la FMB, expuso en esas reuniones la importancia de la Reserva Natural del Bosque Mbaracayú (RNBM), área núcleo de la reserva de biósfera que lleva el mismo nombre, para más de 35 comunidades indígenas asentadas en su área de influencia. “Además de que el apoyo de la UNESCO prioriza a países como Paraguay, sabíamos que la FMB tendría la capacidad logística para las actividades”, comentó Hecker. “La idea es empoderar a las comunidades para realizar sus propios mapas, mapear lo que quieren, lo que deciden y según sus propias prioridades y desafíos”
El proceso de trabajo en Paraguay ya inició en abril de este año, en una primera parte de conversaciones con líderes de las comunidades. Teresa Mereles, Alberto Armoa (guardaparques de la RNBM Y miembro de la comunidad Mboi Jagua) y Rode Alfonzo (habitante del área de influencia de la reserva) fueron los mediadores en estas conversaciones, tras las cuales las comunidades otorgaron su consentimiento. “Era muy importante que los líderes entiendan qué queríamos implementar y que no es un proyecto que traerá objetos materiales, sino una herramienta cognoscitiva y de empoderamiento”, explicó Teresa Mereles, trabajadora social de la FMB.
Luego de tres meses de conversaciones para el consentimiento, del cual también fue partícipe el Instituto Paraguayo del Indígena (INDI), se efectuó el inicio de la segunda parte, con un evento central de capacitación del 27 al 29 de agosto que se extenderá en la práctica por un mes. “Esta etapa es la más fuerte, porque las personas deben fijar la herramienta y apropiarse de ella. Luego, hay un camino entre la capacitación y la práctica”, explicó Mereles.
¿Qué significa una semilla?
Para entender por qué la actividad central es un mapeo, en un ejercicio de reflexión colectiva, miembros de las tres comunidades compartieron todos los significados que encuentran en elementos que forman parte de su vida diaria, de su historia, y que se encuentran en su territorio: semillas. Un simple grano de maíz representa alimento, conocimiento, el aire y el agua en su comunidad, la sabiduría de los ancestros y esperanza. Esto fue una forma de entender todo el patrimonio que abarca un mapeo.
Con enfoque de derechos
Claudia Valerio Sánchez Flores, Nahuatl Tepozteca de México, integrante de la Red de Mujeres Indígenas sobre biodiversidad de América Latina y el Caribe y consultora de la UNESCO, facilitó los procesos acompañando con información general sobre las bases de los Derechos Humanos, Derechos Indígenas y su participación plena, efectiva y comunitaria en sus procesos de gestión de territorio y de comunicación en el interior de sus comunidades. “Las actividades están enfocadas hacia la construcción participativa de un mapa comunitario, un mapa territorial con enfoque de derechos y para ello era necesario que conocieran primero sus derechos ver cómo los ejercen”, explicó.
La profesora Eulalia Piragi de la comunidad Arroyo Bandera, comentó “Para mí es importante saber que cada uno tiene derechos, derechos indígenas, derechos de las mujeres. Es importante ser responsables sobre ambos: los derechos y la posibilidad de hacer un trabajo de mapeo. Esto puede servir para cada comunidad, para descubrir qué hay y qué falta. Yo descubrí recursos naturales: manantiales y suelos”.
Para Benito Chevúgi, de la comunidad Aché de Chupa Pou el mapeo contrubuye 100% a cumplir los derechos indígenas: “Es una forma de tener visibilidad, porque si es invisible un lugar importante, no se puede valorar. Mapear es dar su lugar a alguien. Además, se mapea también la historia, la cultura, las leyendas que hay en un lugar”.
“El mapa es muy importante para la gente de afuera y de adentro de la comunidad. Un ejemplo es que los niños, las generaciones futuras, conozcan de a poco sus comunidades. Registramos todo: arroyos, crecimiento de plantas medicinales, centros de salud, escuelas, casas” comentó Roberto Armoa y afirmó que mapear es como poder mirarse atentamente en un espejo, donde uno puede verse a sí mismo, y se visibilizan todas las partes de un todo.
El Valor del conocimiento compartido y participativo
El proceso de mapeo ha facilitado el intercambio de información vital entre los miembros de las comunidades. Durante las actividades, descubrieron y compartieron datos sobre recursos que son fundamentales para su cultura y subsistencia. Hombres, mujeres, niños, adolescentes y ancianos participan desde el inicio de manera activa a e interesada.
Por ejemplo, jóvenes pusieron en común los espacios más relevantes para fortalecer sus vínculos, mujeres y hombres adultos remarcaron sitios de cultivo y de ceremonias tradicionales, y dieron a conocer y visibilizar lugares del “ka’aguy” antes no identificados por todos. Por su parte, los ancianos de las comunidades participan especialmente desde el diálogo, la aprobación de los procesos y aportando sus conocimientos ancestrales.
Este intercambio refuerza la identidad cultural y fomenta un compromiso colectivo hacia la protección y el desarrollo sostenible de los territorios, garantizando un producto final exitoso, en el que las actividades son posibles en gran medida del compromiso de todos los miembros de una comunidad, con sus visiones particulares.
Empoderamiento con tecnología
Los participantes aprendieron los fundamentos más importantes de la herramienta de Sistema de Información Geográfica (SIG) para el mapeo digital.
Benito Chevúgi señaló que siempre tuvo la idea de contar sobre los lugares importantes, y ahora puede hacerlo de manera digital. “Lo que más me entusiasmó fue el taller de SIG. Puedo digitalizar lugares que nunca se digitalizaron. Esto puede ayudar a mejorar el comercio, encontrar y valorar las escuelas, ubicarse. Sin mapear es como no estar en el mundo”.
“Para mí fue muy importante, yo, que nunca toqué una computadora, pude hacer un trabajo de mapeo digital; mi mirada es de emoción con aprender a usar (una herramienta informática) y con hacer mi propio trabajo digital” comentó Eulalia Piragi sobre este espacio de trabajo.
Conservar los recursos naturales en los territorios
El principal interés de conservación en el trabajo de mapeo para las comunidades Aché y Avá Guaraní es la recuperación de los bosques.
“En general, podemos ver qué área está afectada. Yo vi mucho desmonte y ahora puedo identificar concretamente dónde está y de qué tipo: deforestación para rollotráfico, plantación ilegal o siembra mecanizada. Podemos identificar cómo era antes, cómo es ahora y cómo queremos que sea en el futuro” mencionó Benito.
“Vimos que faltan algunas partes de bosque en la comunidad. Y es importante este mapeo para poder reponer, por ejemplo, para nosotros es importante que en la escuela los niños puedan estar entre árboles, naturaleza. Para mí es importante encontrar dónde faltan (árboles) y sembrarlos”, señaló la profesora Piragi.
Recuperar bosque, también significa recuperar cultura, costumbres y formas de socializar. “Cuando éramos pequeños íbamos al bosque a juntar naranjas silvestres y otras frutas. Es nuestra forma de compartir, de reír y de pasar el día. También los ancianos, cuando están enfermos o preocupados, son los que más necesitan el monte, para medicina o para aislarse. La nutrición también volvería a ser más variada”.
Un compromiso colectivo
Como cierre y agradecimiento, los ancianos más sabios de la comunidad Avá guaraí de Mboi Jagua celebraron una ceremonia final tradicional y sagrada de la nación Avá Guaraní. Con ella se comprometieron a cuidar y sembrar las “semillas” de conocimiento y sabiduría en las nuevas generaciones. Invitaron también a los no indígenas a conocer los bosques y seguir protegiéndolos.
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Representantes de la Fundación Moisés Bertoni y de la UNESCO también reafirmaron su responsabilidad de garantizar la logística necesaria para que estas comunidades puedan llevar a cabo sus planes de manera efectiva. “Respondieron a la llamada, eso para nosotros nos creó una linda satisfacción porque no se trata de un bien material”, comentó Teresa Mereles de la FMB.
“Me alegró mucho el compromiso de las comunidades, que se están organizando (en torno a estos trabajos y capacitaciones). Se ve que tienen todo el entusiasmo y eso es por todo el trabajo y la confianza que tienen en la Fundación”, cerró Serena Hecker.
Autoría: Belén Galeano para Fundación Moisés Bertoni