Paraguay y Brasil han reactivado esta semana la Operación “Nueva Alianza” en su fase 48, intensificando la cooperación bilateral en materia de seguridad fronteriza en un momento geopolítico significativo. Esta reanudación coincide con la reciente tregua entre las principales organizaciones criminales brasileñas y en medio de tensiones diplomáticas entre ambos países. El operativo representa un esfuerzo conjunto para combatir el narcotráfico, mientras Paraguay espera la llegada de los aviones Súper Tucano adquiridos a Brasil.
La Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) paraguaya y la Policía Federal de Brasil (PF) desplegaron este martes un importante contingente en el departamento de Amambay, epicentro de operaciones del narcotráfico transfronterizo. Con apoyo del Comando de Operaciones de Defensa Interna (CODI) paraguayo y la Fiscalía, la operación se extenderá por diez días con incursiones aéreas coordinadas, utilizando helicópteros de ambas fuerzas de seguridad.
Impacto y alcance de una cooperación estratégica
La Operación “Nueva Alianza”, iniciada en 2023, ha logrado resultados significativos en la lucha contra el narcotráfico en la región fronteriza. Según datos oficiales de la Senad, dirigida por Jalil Rachid, se han erradicado aproximadamente 1.600 hectáreas de cultivos ilícitos, equivalentes a una superficie catorce veces mayor que la ciudad de Asunción, retirando del mercado ilegal cerca de 5 millones de kilogramos de marihuana.
Paraguay y Brasil inician la operación «Nueva Alianza 48» contra el narcotráfico.
Los grandes resultados obtenidos contra el crimen organizado en ediciones anteriores impulsan el inicio de la primera operación conjunta internacional del año, entre la @senad_paraguay y la Policía… pic.twitter.com/ZJOYwfdFC7
— AhoraPy (@Ahora_Py) March 11, 2025
Este reinicio de operaciones conjuntas adquiere particular relevancia considerando el intenso tráfico de estupefacientes que fluye desde Paraguay hacia Brasil. Las autoridades estiman que ocho de cada diez kilogramos de marihuana producida en territorio paraguayo tiene como destino el mercado brasileño, especialmente el estado de Río de Janeiro, donde el consumo de drogas representa un problema crítico para la administración del presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Las operaciones transfronterizas son vitales para ambos países en un contexto donde el crimen organizado ha sofisticado su logística. La marihuana paraguaya ha evolucionado desde cultivos tradicionales hacia variedades de mayor potencia como la “skunk”, mientras que el país guaraní también se ha consolidado como punto estratégico en la ruta de la cocaína proveniente de la región andina, principalmente a través de la Hidrovía Paraguay-Paraná.
Tensiones diplomáticas y realineamiento geopolítico
La reactivación de esta alianza en seguridad ocurre tras fricciones diplomáticas significativas entre ambos países. El reciente fracaso de la candidatura paraguaya de Rubén Ramírez Lezcano a la secretaría general de la Organización de Estados Americanos (OEA) generó roces diplomáticos, después de que Brasil decidiera apoyar al candidato de Surinam, Albert Ramdin, quien resultó electo el lunes pasado en Washington.
Errores diplomáticos frustraron a Lezcano en la OEA, según O Globo
Fuentes cercanas al gobierno brasileño han reconocido que el presidente Lula da Silva busca que su homólogo paraguayo, Santiago Peña, reconsidere su alineamiento regional. Brasil ha iniciado un proceso de relanzamiento de la integración sudamericana, con la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) como pieza central, para hacer frente a la política exterior de Donald Trump y contrarrestar la influencia del presidente argentino Javier Milei, principal aliado de Estados Unidos en la región.
Este escenario coloca a Paraguay en una disyuntiva estratégica: debe decidir su posicionamiento geopolítico considerando la influencia determinante de Brasil, no solo en su economía sino también en su seguridad nacional. Un aspecto clave de esta dependencia es la esperada adquisición de seis aviones Súper Tucano a la empresa brasileña Embraer, cuyo financiamiento fue facilitado por el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Brasil (BNDES) tras intervención directa del presidente Lula.
Grupos criminales brasileños y su impacto transfronterizo
La compleja situación de seguridad se ve afectada por la reciente “tregua” entre las dos principales organizaciones criminales brasileñas: el Primer Comando Capital (PCC) y el Comando Vermelho. Este acuerdo, anunciado en febrero de 2024, tiene importantes implicaciones para Paraguay, donde especialmente el PCC ha establecido una sólida presencia operativa desde 2010.
La expansión del PCC en territorio paraguayo se intensificó tras el asesinato de Jorge Rafaat en 2016, un capo fronterizo cuya eliminación fue resultado de una alianza temporal entre el PCC y el Comando Vermelho. Desde entonces, el PCC ha consolidado su control sobre aproximadamente 7.000 hectáreas de cultivos de marihuana en Paraguay, convirtiéndose en el actor dominante del narcotráfico transfronterizo.
La presencia de estas organizaciones criminales ha generado una crisis en el sistema penitenciario paraguayo y ha transformado la dinámica del tráfico de drogas y armas en la zona limítrofe. El PCC, considerado la organización criminal más poderosa de Sudamérica, ha establecido en Paraguay un centro estratégico para la distribución de estupefacientes hacia Brasil y otros mercados internacionales.
Esta realidad explica el interés del gobierno brasileño en fortalecer las capacidades de seguridad y defensa de Paraguay. La administración Lula comprende que la estabilidad fronteriza es un componente esencial para su propia estrategia de seguridad interna, especialmente en los estados limítrofes como Mato Grosso del Sur, donde el impacto del narcotráfico es particularmente severo.
Una cooperación necesaria en un contexto complejo
La reactivación de la Operación “Nueva Alianza” representa un paso significativo en la cooperación bilateral, más allá de las tensiones diplomáticas recientes. Tanto Paraguay como Brasil reconocen que la amenaza transnacional del crimen organizado requiere respuestas coordinadas y sostenidas en el tiempo.
El desafío para la administración de Santiago Peña consiste en equilibrar sus intereses geopolíticos y diplomáticos con las necesidades apremiantes de seguridad. La llegada de los aviones Súper Tucano, prevista para mediados de mayo, supondrá un refuerzo significativo para las capacidades operativas paraguayas, pero también reforzará la dependencia estratégica respecto a Brasil.
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En este complejo tablero regional, la lucha contra el narcotráfico trasciende los aspectos meramente operativos para insertarse en dinámicas más amplias de alineamiento geopolítico. Paraguay deberá navegar con habilidad entre su relación con Brasil, potencia regional indispensable para su seguridad, y sus vínculos con otros actores como Estados Unidos y Argentina, en un momento de realineamiento de fuerzas en Sudamérica.
La evolución de esta “nueva alianza” entre Paraguay y Brasil será un indicador relevante de la capacidad de ambos países para superar diferencias diplomáticas en favor de objetivos compartidos de seguridad, en un contexto donde las organizaciones criminales transnacionales han demostrado notable capacidad para adaptarse y aprovechar cualquier fisura en la cooperación internacional.
Fuente: La Política Online