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La histórica visita de Juan Pablo II que enfrentó al stronismo

Un 16 de mayo de 1988, Juan Pablo II visitó el Paraguay en plena dictadura, desafiando al régimen y canonizando al primer santo local.

Foto: Gentileza.

Un 16 de mayo como hoy, pero de 1988, bajo una intensa lluvia que empapó a miles de fieles, el papa Juan Pablo II pisó suelo paraguayo por primera vez. La visita coincidió con el ocaso del régimen dictatorial de Alfredo Stroessner y se convirtió en un hecho clave que marcó el despertar democrático del país.

El pontífice llegó procedente de Uruguay, como parte de una gira que también incluyó Bolivia y Perú. A pesar de la torrencial lluvia que cubrió Asunción, la emoción de la multitud en el aeropuerto y en Ñu Guasu no decayó. Allí lo esperaban más de 300 mil personas para la primera misa de su agenda.

La jornada estuvo marcada por contrastes. Mientras el régimen buscaba mostrar la llegada del Papa como una visita diplomática, la Iglesia Católica organizaba encuentros pastorales para preparar espiritualmente al pueblo. La tensión entre ambos sectores era evidente, pero fue durante el discurso en el Palacio de López que Juan Pablo II dio un mensaje contundente al poder.

“No se puede arrinconar a la Iglesia en sus templos, como no se puede arrinconar a Dios en la conciencia de los hombres”, dijo, en presencia del dictador. La frase fue interpretada como un respaldo directo a los obispos paraguayos, entonces muy criticados por el gobierno, y un gesto claro hacia quienes luchaban por la libertad y la democracia.

Uno de los momentos más simbólicos fue la canonización de San Roque González de Santa Cruz, el primer santo nacido en tierra paraguaya. Acompañado por los también mártires Alfonso Rodríguez y Juan del Castillo, la ceremonia se convirtió en un símbolo de identidad nacional y espiritual.

La visita no estuvo exenta de tensiones. Uno de los actos más incómodos para el régimen fue el encuentro con los llamados “Constructores de la Sociedad”, realizado en el Consejo Nacional de Deportes. La dictadura intentó impedir la presencia de algunos invitados, considerados subversivos, pero la Santa Sede sostuvo su postura y el acto se realizó. Los representantes del gobierno no asistieron, dejando notoriamente vacías sus sillas.

Durante tres días, el Papa recorrió Asunción, Villarrica, Encarnación, el Chaco y Caacupé, llevando un mensaje de fe y esperanza. Su presencia fortaleció el papel de la Iglesia como defensora de los derechos humanos y el anhelo democrático del pueblo paraguayo.

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Ocho meses después, en febrero de 1989, caía la dictadura de Stroessner. Muchos analistas coinciden en que la visita del Papa fue un factor determinante en la consolidación del espíritu cívico y el impulso final hacia el cambio.

Hoy, 37 años después, su paso por Paraguay sigue siendo recordado como uno de los momentos más trascendentales en la historia reciente del país. Mientras el papa Francisco retomó su legado con su propia visita en 2015, la expectativa ahora se centra en ver al nuevo Sumo Pontífice León XIV en el país.

Fuente: ABC Color- Aníbal Velázquez