El debate sobre cuánto tiempo deben pasar los niños frente a las pantallas sigue más vigente que nunca. Entre celulares, tablets, televisores y videojuegos, la tecnología se volvió parte del día a día familiar, pero su uso excesivo puede afectar el bienestar físico y emocional si no se establecen límites adecuados.
Según un material realizado por TEDIC, no todo el tiempo frente a una pantalla es igual. La diferencia radica en el tipo de actividad: no es lo mismo mirar videos durante horas que usar Internet para aprender o crear. Por eso, se recomienda que las familias prioricen el uso intencional y con propósito, evitando que las pantallas sean solo un “relleno” en la rutina.
Los expertos proponen seis tipos de uso digital: pasivo, social, de apoyo, creativo, lúdico y educativo. Cada uno puede tener beneficios o riesgos según la frecuencia y el acompañamiento adulto. Ver películas en familia o aprender a programar, por ejemplo, puede ser positivo, mientras que el uso sin control antes de dormir o durante las comidas puede generar irritabilidad, insomnio o problemas de concentración.
La clave, según los especialistas, está en negociar acuerdos familiares sobre los horarios y las condiciones de uso. Evitar los dispositivos durante las comidas, limitar su uso en las noches y reservar al menos un día sin tecnología son algunas de las estrategias recomendadas. Además, se aconseja que las pantallas se utilicen en espacios comunes del hogar y no en habitaciones privadas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) sugiere una exposición mínima para menores de 2 años, un máximo de una hora diaria con supervisión entre los 2 y 6 años, y acuerdos personalizados a partir de los 7. En adolescentes, el foco debe estar en la autonomía y el uso responsable, priorizando el sueño, la actividad física y la socialización fuera de línea.
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Por último, los especialistas destacan que el ejemplo adulto es esencial. Los niños aprenden más observando que escuchando. Si ven a sus padres usar el teléfono durante las comidas o ignorar los límites que ellos mismos establecen, el mensaje pierde fuerza. Promover la interacción cara a cara, reducir el consumo de alimentos frente a pantallas y evitar el uso una hora antes de dormir son pasos sencillos pero efectivos.
El desafío no está en prohibir, sino en acompañar y equilibrar. Las pantallas pueden ser aliadas del aprendizaje y la creatividad si se utilizan con moderación, conciencia y afecto.
Fuente: Material elaborado por TEDIC







