El Viernes Santo, día en que se conmemora la crucifixión y muerte de Jesucristo, está rodeado de numerosas tradiciones populares en Paraguay. Desde el ayuno y la abstinencia de carne hasta prohibiciones como no bañarse, evitar ruidos o abstenerse de actividades físicas, estas prácticas han sido transmitidas de generación en generación como parte fundamental de la observancia religiosa. Sin embargo, representantes de distintas denominaciones religiosas coinciden en señalar que muchas de estas costumbres carecen de fundamento en las Escrituras.
En Paraguay, es común escuchar que durante el Viernes Santo no se debe trabajar, es necesario guardar silencio absoluto, hay que evitar bañarse o solo hacerlo de madrugada porque el agua estaría impura, además de abstenerse de comer carne. Estas tradiciones son seguidas con especial celo en zonas rurales y por familias que mantienen vivas las costumbres heredadas de sus antepasados, pero según explican los líderes religiosos consultados, estas prácticas responden más a expresiones culturales que a mandatos bíblicos.
El sacerdote Carlos César López afirma categóricamente que las tradiciones populares del Viernes Santo “no son bíblicas”. Según su explicación, estas costumbres representan “una expresión de profundo respeto, admiración, recogimiento” por parte del pueblo. El silencio y las restricciones autoimpuestas funcionan como formas de oración y reflexión que las comunidades han desarrollado para manifestar su dolor ante el sacrificio de Cristo.
Respecto a las normativas oficiales de la Iglesia Católica, López precisa que solamente el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo son considerados días de ayuno y abstinencia obligatorios. Esto implica una sola comida completa durante el día y abstenerse de consumir carne. Sin embargo, el sacerdote reflexiona sobre la necesidad de actualizar estas prácticas en contextos contemporáneos, señalando que “deberíamos ser más prácticos” y adaptar las restricciones a la realidad de cada persona.
El sentido espiritual detrás de las costumbres
Las tradiciones relacionadas con el Viernes Santo tienen profundas raíces culturales e históricas. El sacerdote López recuerda cómo en su niñez las madres instruían a los hijos pequeños a “no correr, permanecer en silencio, sin música, bailes ni juegos” durante este día sagrado. La práctica de bañarse de madrugada, especialmente en arroyos o aguas corrientes, era considerada una forma de purificación y una “expresión católica de respeto por el luto” que se observa en esta fecha solemne.
Desde la perspectiva evangélica, el pastor Pablo Tufari coincide en que las tradiciones del Viernes Santo carecen de base bíblica. “Siempre el ser humano ha querido agregar algo más a lo que Cristo ya hizo”, explica el pastor, señalando que las prácticas de “abstenerse de ciertas comidas o alimentos” o restringir actividades con el propósito de “purificar el alma” no tienen validez desde el punto de vista teológico.
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Para Tufari, lo fundamental durante esta fecha no son las restricciones externas sino la reflexión interna sobre la relación personal con Dios. El pastor enfatiza que “lo único válido para el perdón y la purificación” es aceptar a Jesucristo como Salvador, que fue precisamente el propósito de su sacrificio recordado en el Viernes Santo. La verdadera actitud del creyente, según Tufari, debería centrarse en “reflexionar sobre mi condición de vida ante Dios” más que en seguir rituales específicos.
La divergencia entre las prácticas populares y los fundamentos bíblicos no implica necesariamente que estas tradiciones carezcan de valor. Tanto el sacerdote católico como el pastor evangélico reconocen que estas costumbres representan expresiones genuinas de fe y respeto hacia el significado profundo del Viernes Santo. Sin embargo, ambos coinciden en que es importante entender su naturaleza cultural y no confundirlas con mandamientos religiosos explícitos.
Fuente: ABC Color