Ciencias y Tecnología

Estudiantes rinden peor sin IA tras usarla, revela estudio

La inteligencia artificial genera dependencia en estudiantes, atrofiando habilidades básicas de aprendizaje según estudios recientes.

Imágenes: Nathan Cima y Solen Feyissa de Unsplash

La implementación masiva de inteligencia artificial en el ámbito educativo genera consecuencias inesperadas en el proceso de aprendizaje estudiantil. Investigaciones recientes de la Universidad de Pensilvania demuestran que aunque el acceso a GPT-4 mejora significativamente las calificaciones iniciales, al retirar el acceso a la tecnología, los estudiantes rinden peor que aquellos que nunca tuvieron acceso. Este fenómeno evidencia la creación de una dependencia tecnológica contraproducente.

La adopción estudiantil de herramientas de IA presenta un escenario sin precedentes en la historia educativa. A diferencia de las tradicionales chuletas, internet o Wikipedia, los estudiantes nunca habían tenido una herramienta capaz de armar textos y trabajos personalizados de acuerdo a sus necesidades y formatos con solo redactar un buen prompt. Esta capacidad transforma radicalmente la dinámica tradicional entre esfuerzo académico y resultados obtenidos.

El problema fundamental no radica en las trampas académicas, sino en la interrupción del proceso cognitivo esencial para el desarrollo intelectual. La frustración natural cuando un problema no sale y se requiere leer, releer, hacer ensayo y error y recurrir a preguntas se ve eliminada por la intervención de la IA. Esta eliminación del proceso de lucha intelectual compromete la formación de habilidades críticas de pensamiento.

Nicholas Carr, especialista en tecnología y negocios, identifica tres posibles efectos de la automatización en las habilidades humanas: mejora, atrofia o falta de desarrollo. El resultado depende del dominio previo de la disciplina en cuestión. Para estudiantes en formación, la IA frecuentemente produce atrofia o impide el desarrollo inicial de competencias fundamentales, afectando su capacidad de aprendizaje autónomo.

La diferencia entre usuarios expertos y principiantes resulta crucial para entender el impacto educativo. Un desarrollador experimentado puede usar ChatGPT para depurar código y descubrir nuevas soluciones, mientras que un estudiante ve cercenado el proceso de experimentar y descubrir por esa mano amiga de la IA. Esta distinción evidencia que la experiencia previa determina si la tecnología potencia o limita el aprendizaje.

El uso continuo de IA genera deterioro gradual de habilidades, incluso en usuarios competentes. La reducción de la frecuencia de desempeño de una labor se traduce en que a medio y largo plazo la habilidad irá mermando. Este fenómeno de oxidación por desuso afecta tanto a profesionales experimentados como a estudiantes, creando un ciclo de dependencia tecnológica progresiva.

La situación se agrava cuando la IA reemplaza habilidades básicas para la vida diaria. Los estudiantes pueden usar inteligencia artificial desde el instituto para ahorrarse el trabajo de leer y escribir, resumir y comprender conceptos, o discernir información relevante. Estas no son tareas especializadas, sino competencias fundamentales que sustentan todo proceso educativo posterior y desarrollo profesional.

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El verdadero valor educativo reside en el proceso, no en el producto final. Cuando un estudiante entrega un trabajo, lo más importante es todo el proceso que hay detrás: buscar fuentes, hacer lectura crítica, sintetizar, extraer conclusiones y razonar para componer un conjunto. Clay Shirky, de la Universidad de Nueva York, enfatiza que el verdadero resultado del curso es la experiencia del estudiante, no la calidad formal del trabajo entregado.

La investigación concluye que la IA ofrece ilusión de aprendizaje en lugar de conocimiento real. Aunque aparentemente los trabajos mejoran con IA, el resultado final es peor porque los estudiantes aprenden menos. Esta paradoja educativa plantea desafíos fundamentales sobre cómo integrar responsablemente la tecnología en procesos formativos sin comprometer el desarrollo cognitivo esencial para la formación académica y profesional.

Fuente: Xataka