Estados Unidos inició un ataque aéreo directo contra Irán este domingo, afectando tres de sus principales instalaciones nucleares, en un hecho que marca un giro abrupto hacia la intervención militar directa en el conflicto de Medio Oriente. El presidente Donald Trump confirmó la ofensiva mediante un comunicado en su red Truth Social, donde detalló que fueron atacadas las plantas de Natanz, Isfahán y el complejo subterráneo de Fordo.
El mandatario norteamericano aseguró que todos los aviones de combate regresaron sin inconvenientes al espacio aéreo estadounidense, calificando la operación como “muy exitosa”. La acción tuvo lugar después de una reunión urgente del gabinete de seguridad nacional en la Casa Blanca, celebrada tras su retorno desde Nueva Jersey. Las autoridades iraníes confirmaron los bombardeos y advirtieron que la represalia será inevitable.
Estados Unidos bombardea las instalaciones nucleares de Natanz, Isfahán y Fordo en Irán
El presidente Donald Trump ordenó la intervención de Estados Unidos contra Irán, y asegura que ha destruido completamente la capacidad nuclear del país.
Por su parte, Irán afirma que los… pic.twitter.com/yBuqVxDhKu
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El régimen iraní respondió de forma inmediata a través de sus medios estatales, señalando que a partir de ahora todos los ciudadanos y militares estadounidenses presentes en la región serán considerados objetivos legítimos. En una declaración televisada, voceros del gobierno de Teherán afirmaron: “Vos empezaste y nosotros lo terminaremos”, haciendo alusión directa al mensaje de Trump.
Los bombardeos fueron realizados por una flota de bombarderos estratégicos B-2, que partieron desde la Base Aérea Whiteman en Missouri. Estos aviones son los únicos en el arsenal estadounidense capaces de transportar las bombas antibúnker de más de 13 toneladas, utilizadas para penetrar fortificaciones subterráneas como las que posee Irán para su programa de enriquecimiento de uranio.
Hasta el momento del ataque, la participación de Estados Unidos en el conflicto se limitaba al apoyo logístico brindado a Israel. Esta nueva ofensiva representa un cambio de postura sustancial y coloca a Washington como protagonista activo en un escenario que ya se encontraba bajo extrema tensión desde las incursiones israelíes del 12 de junio contra infraestructura militar iraní.
«Devastamos el programa nuclear iraní»
El secretario de Defensa de EE.UU., Pete Hegseth, habló este 22 de junio en rueda de prensa horas después de que Washington atacara las instalaciones nucleares iraníes de Fordo, Natanz e Isfahán.
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Trump había anunciado días atrás que evaluaría una intervención directa en un plazo de dos semanas. Sin embargo, la operación ocurrió sin previo aviso, contradiciendo su mensaje anterior. En una declaración posterior desde la Casa Blanca, calificó a Irán como “el mayor promotor del terrorismo en el mundo” y advirtió que, si no se alcanzaba la paz, habría nuevos ataques “más profundos y más fáciles”.
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Las autoridades iraníes ya habían advertido previamente que una intervención directa de EE.UU. sería considerada un acto de guerra, y señalaron que sus fuerzas están preparadas para responder a cualquier tipo de agresión. El líder supremo, ayatollah Alí Khamenei, había manifestado que cualquier ataque sería respondido “con consecuencias irreparables”.
El ataque estadounidense ocurre en el contexto de una fallida negociación para limitar el programa nuclear iraní. Según fuentes de inteligencia, la negativa de Teherán a detener el enriquecimiento de uranio frustró las conversaciones, al tiempo que Israel aumentaba sus presiones y ataques. La inteligencia estadounidense había advertido que Israel planeaba continuar sus operaciones incluso sin el respaldo de Washington.
La situación también ha generado divisiones internas en el propio entorno político de Trump. Mientras que sectores del movimiento “America First” se oponen a una guerra prolongada, otros conservadores alineados con el establishment consideran necesario frenar lo que califican como “la amenaza nuclear iraní”. Esta fractura dentro del oficialismo plantea un nuevo escenario para la política interna estadounidense.
Con el operativo militar ya consumado, el presidente Trump pidió públicamente a Irán que acuerde un cese del conflicto. Sin embargo, los analistas coinciden en que el ingreso directo de EE.UU. representa una escalada que podría derivar en una guerra regional de consecuencias impredecibles. Teherán no ha mostrado señales de ceder ante las presiones, y la comunidad internacional observa con creciente preocupación la evolución del conflicto.
Fuente: Clarín