En un entorno marcado por el sigilo y la exclusividad, la familia Zacarías Abed celebró este fin de semana el cumpleaños número 15 de una de sus hijas en uno de los hoteles más exclusivos de Hernandarias, Alto Paraná. El evento, reservado con anticipación para garantizar la privacidad, reunió a figuras clave del movimiento Honor Colorado y dejó expuestas las tensiones sociales que genera la ostentación en tiempos de dificultades económicas.
La diputada Rocío Abed y su esposo, Justo Zacarías Irún —actual director paraguayo de Itaipú—, optaron por un festejo de perfil bajo mediáticamente, aunque no logró mantenerse lejos del escrutinio público. Videos filtrados por algunos invitados permitieron vislumbrar una organización de alto nivel, con la presencia de grupos musicales reconocidos, entre ellos la popular banda paraguaya Kchiporros, y un servicio premium para los asistentes.
Entre los presentes destacaron nombres como el del expresidente Horacio Cartes, el vicepresidente Pedro Alliana, el presidente de Diputados Raúl Latorre, el senador Javier Zacarías Irún, y otros legisladores y allegados al oficialismo. La ausencia del presidente Santiago Peña fue notada en redes sociales, aunque no se dieron explicaciones al respecto.
Este nuevo episodio reavivó las críticas hacia el clan Zacarías Abed, especialmente por el contexto en que se da: en un país donde la desigualdad persiste y el descontento social crece. El recuerdo del fastuoso casamiento de otra hija años atrás sigue fresco, y muchos compararon aquel evento con el actual, aunque esta vez se intentó evitar la exposición mediática.
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Sin embargo, la filtración de imágenes encendió las redes. Usuarios señalaron el contraste entre el discurso optimista de Abed —quien recientemente aseguró que Paraguay “está resurgiendo”— y la realidad de miles de ciudadanos que enfrentan dificultades diarias.
Mientras en el interior del Paraná Country Club resonaban las guitarras y los aplausos, afuera se multiplicaban los comentarios que cuestionan la desconexión entre la clase política y la ciudadanía. La fiesta terminó, pero las repercusiones siguen activas en la conversación pública.
Fuente: ÚH
