Reinaldo Duarte, conocido como “Cachito”, es un personaje emblemático en las calles de Asunción. A sus 75 años, y con seis décadas dedicadas a la venta de café en el microcentro, Cachito representa la perseverancia y el esfuerzo de los trabajadores paraguayos. Desde joven, ha caminado por las calles con sus termos de café, convirtiéndose en un símbolo de tradición y compromiso para quienes lo reconocen con su grito característico: “¡Cachitooo!”.
Cachito llegó a Asunción desde Arroyos y Esteros a los siete años y comenzó su vida laboral sin poder asistir a la escuela. A los 13, se inició en la venta de café, lo cual sería su oficio de por vida. Con el tiempo, logró independencia en su negocio y adquirió una casa en el barrio Sajonia, gracias a los ingresos generados por su trabajo. “Con el café mantuve a mi familia y le di estudios a mis hijos”, comenta con orgullo, pues su esfuerzo permitió a sus descendientes avanzar en sus vidas profesionales.
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A pesar de los años y de sus problemas de salud, especialmente en las rodillas, Cachito no ha dejado de recorrer las calles con sus termos. La operación de sus rodillas le fue recomendada, pero sus altos costos lo obligan a continuar trabajando. Sin embargo, con una sonrisa y la calidez de siempre, sigue atendiendo a sus clientes y compartiendo con ellos historias y momentos. Para Cachito, el trabajo es más que una forma de ingreso; es su manera de interactuar y mantenerse activo en la comunidad.
La pandemia de COVID-19 impactó duramente en sus ventas, reduciendo significativamente su clientela. Muchos locales cerraron y el flujo de personas en el microcentro disminuyó. Aun así, Cachito continúa ofreciendo café y cocido, adaptando su rutina para llevar adelante su negocio. Este esfuerzo constante lo ha convertido en un referente para quienes lo ven diariamente en las calles de Asunción, manteniendo su energía a pesar de las dificultades.
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Para Cachito, cada venta es una oportunidad de brindar una sonrisa, y en cada taza de café va el legado de un trabajador que, con esfuerzo, ayudó a su familia a salir adelante. Hoy, con nietos y nietas que han logrado sus metas, se siente orgulloso de los valores que pudo inculcar. “Aprendí a sumar y a manejar mis finanzas solo, a pesar de no haber ido a la escuela”, recuerda. Su capacidad de autogestión y disciplina son inspiradoras para las nuevas generaciones.
Cachito sigue siendo un ícono de Asunción. Su historia, de humildad y perseverancia, es un recordatorio de cómo el esfuerzo diario y el trabajo constante pueden construir un futuro para la familia. Mientras le sea posible, él continuará recorriendo las calles y compartiendo con sus clientes la alegría de un buen café.
Fuente: Ultima Hora
