El sector cárnico advierte un cierre de año con menor disponibilidad de costilla nacional. La explicación se centra en el intenso ritmo de faena del primer semestre, que sostuvo las exportaciones pero redujo el stock de animales listos para los meses finales. Según la Cámara Paraguaya de la Carne, esta combinación podría tensionar la oferta local justo cuando la demanda estacional crece. El mercado ya refleja precios altos y señales de ajuste.
Randy Ross, presidente del gremio, señaló que la faena será menor hacia fin de año. Indicó que otros cortes no presentarían grandes inconvenientes, pero la costilla quedaría corta frente a la demanda típica de las fiestas. En su evaluación, “en los últimos meses vamos a tener menor faena” y “no creo que tengamos suficiente producción nacional para cubrir la demanda que suele darse por las fiestas de fin de año”. El diagnóstico apunta a un desbalance entre oferta y consumo interno.
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Ante ese panorama, varias plantas comenzaron a importar costilla desde Brasil para evitar faltantes en góndola. Ross recordó que diciembre empuja con fuerza el consumo de cortes tradicionales, como costilla y puchero, lo que históricamente presiona los precios. A su criterio, este año confluyen dos factores: la demanda alta propia de las celebraciones y una menor oferta de animales para faena. El resultado probable es escasez puntual si no se sostiene el flujo importado.
El gremio aclara que el hato no sufrió una caída drástica. No obstante, sí disminuyó el número de bovinos listos para enviar a frigoríficos en este tramo final del año. Esa merma obedece al fuerte ritmo de faena de la primera mitad, que aceleró el uso del stock. La consecuencia es un desfase temporal entre la salida de animales y la capacidad de reposición para cubrir la demanda navideña.
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Actualmente se estiman unos 2,1 millones de bovinos preparados para faena, pero el adelanto del ciclo generó un bache para los últimos meses. Ese ajuste limita la disponibilidad de costilla de producción nacional. En este contexto, la importación aparece como válvula de alivio para estabilizar la oferta y moderar la suba de precios al consumidor, al menos de manera transitoria.
A esto se suma el comportamiento estacional del verano, cuando la faena suele bajar por el clima y por la mayor disponibilidad de pasturas y agua. En ese escenario, los productores tienden a retener animales. Esta práctica reduce el flujo inmediato hacia plantas, amplifica el desfase de oferta y refuerza la necesidad de complementar el mercado con mercadería importada para cubrir la demanda de fin de año.
Fuente: Última Hora







