Opinión

Tacumbú y el Clan Rotela: ¿Quién maneja a quién?

El Clan Rotela y su influencia en Tacumbú, una trama que revela las entrañas del sistema penitenciario paraguayo.

En el corazón de Asunción, tras los muros de la Penitenciaría Nacional de Tacumbú, se encuentra un universo paralelo, un microcosmos que refleja una realidad perturbadora. Allí, el Clan Rotela parece haber erigido un reino propio, desafiando la autoridad del Estado y poniendo en jaque al sistema penitenciario paraguayo.

¿Cómo es posible que un grupo criminal opere con tanta impunidad dentro de los muros de una prisión? La respuesta, aunque amarga, es sencilla: la corrupción y la negligencia han permitido que el Clan Rotela se arraigue en Tacumbú.

Las celdas superpobladas, las condiciones inhumanas y la falta de oportunidades de rehabilitación son el caldo de cultivo perfecto para que el crimen organizado florezca. Y en este escenario, el Clan Rotela ha encontrado un hogar.

Pero el problema no se limita a Tacumbú. Es un reflejo de un sistema penitenciario en crisis, que no logra cumplir con su objetivo fundamental: la rehabilitación de los reclusos. En cambio, parece ser una fábrica de criminales, un lugar donde los delincuentes se fortalecen y expanden sus redes.

En este contexto, surge una pregunta ineludible: ¿dónde está el Ministro de Justicia, Ángel Barchini? Su silencio y ausencia en medio de la crisis han generado críticas y cuestionamientos sobre su gestión.

Barchini, quien no tiene experiencia previa en el ámbito carcelario, ha hecho declaraciones que muchos consideran inoportunas en el contexto actual. Sin embargo, desde que la crisis con el Clan Rotela se desató, el Ministro ha mantenido un perfil bajo, evitando hacer declaraciones y aparecer en público.

Esta situación es insostenible. Paraguay no puede permitirse seguir alimentando a este monstruo. Es hora de que el Estado tome las riendas y haga frente a esta crisis con determinación y valor.

Necesitamos reformas profundas en nuestro sistema penitenciario. Necesitamos cárceles que sean verdaderos centros de rehabilitación, no criaderos de criminales. Necesitamos funcionarios honestos y comprometidos, que no se dejen seducir por las garras de la corrupción.

El caso de Tacumbú y el Clan Rotela es una llamada de atención. No podemos seguir mirando hacia otro lado. Es hora de actuar.